El turno

La frágil pequeñez de los estados

MARÇAL Sintes

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El empuje colosal y casi salvaje de los mercados embiste violentamente a los países de la periferia europea. España e Italia bracean como pueden para tratar de que la corriente no las arrastre hacia el abismo. Si resultan vencidas, con ellas se irá al traste el euro. El proyecto de la unidad europea puede convertirse rápidamente en un recuerdo para ancianos nostálgicos y sentimentales. Un desastre al que, ciertamente, los gobiernos europeos, con sus egoísmos, con su miopía, con su incapacidad, habrán contribuido de una forma en términos históricos incomprensible, si no loca.

Pero no nos desviemos: en el núcleo del problema está la diferencia de escala que, hoy, caracteriza la relación de la economía con la política. La economía, la economía financiera especialmente, pero no exclusivamente, es global, planetaria. Y sus movimientos son inmediatos. Tan inmediatos como pulsar una tecla del ordenador. La política, en cambio, sigue teniendo el Estado como unidad básica. Además, sutempolegislativo y ejecutivo es aproximadamente el de siempre. La inferioridad en que se encuentra la política ante la economía resulta evidente.

Como lo es en relación, también, a las grandes corporaciones de comunicación. Ha quedado claro estos días, al destaparse las prácticas antiéticas y delictivas que utilizaban los periodistas deNews of the Worldpara obtener información. Unas informaciones que proporcionaban riqueza y poder aRupert Murdoch, riqueza y poder que utilizaba para premiar a aquellos políticos y gobernantes que le facilitaban la acumulación de más riqueza y más poder, y para castigar a aquellos que se atrevían a poner pegas. QueMurdochhaya perdido, aparentemente, una batalla en el Reino Unido no debería ocultar la naturaleza ni la gravedad de aquello a lo que nos enfrentamos.