La clave

Vía libre a la antipolítica

JUANCHO
Dumall

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Muy bien, ya les hemos dicho de todo: fracasados, incompetentes, incapaces, egoístas, soberbios, miedosos. Todos estos calificativos y muchos más han formado parte en las últimas horas del desahogo patrio contra los dirigentes políticos, especialmente contra los cuatro nuevos beatles, RajoySánchezIglesias y Rivera, después de que se haya cumplido el plazo para que la legislatura se vaya al agua sin acuerdo alguno de investidura. La crítica es legítima y sana en democracia, pero por debajo de algunas de las diatribas de estos días asoma el temible fantasma de la antipolítica. Ese que se fundamenta en que todos los políticos son iguales, una pandilla de ladrones que deberían irse a casa, que nos salen carísimos y que solo piensan en sus intereses.

La crítica del alto coste de las elecciones forma parte del cuerpo doctrinal de la antipolítica. Porque nadie dijo que la organización de la democracia fuera barata -como no lo son servicios públicos como la educación o la sanidad-, aunque sí es más barato un sistema cuartelero u otro en el que solo los partidos sustentados en las oligarquías financieras puedan hacer propaganda. Que los gastos del sistema político democrático eran muy grandes es una cantinela que no ha dejado de escucharse desde que la enarbolara la extrema derecha en la transición.

«¡No les voto más!»

Otro reproche indiscriminado de estos días es la rigidez de unos partidos que no han sabido, o no han querido, ceder en parte de sus planteamientos como, en cambio, se hizo en los años 70. Es un argumento sensato que, sin embargo, sorprende en boca de quienes proclaman que si el partido A se alía con el B, «¡no les voto más!». Como encarnación moderna del Príncipe de Maquiavelo (según Gramsci), los partidos tienen un instinto de supervivencia que les lleva a descartar determinadas estrategias. Podemos echarnos las manos a la cabeza, pero en la lógica de la política democrática está también que los partidos no se hacen el haraquiri.

Es comprensible el hastío y que suba la abstención en junio. Pero ante el bloqueo político solo hay una solución: más política.