LOS JUEVES, ECONOMÍA

Formación profesional, por favor

Necesitamos más trabajadores formados en FP para ganar competitividad y como una salida laboral a partir de la cualificación

Una clase del Instituto de FP Rambla de Prim

Una clase del Instituto de FP Rambla de Prim / periodico

ANTONIO ARGANDOÑA

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¿Cuántas veces hemos hablado en los últimos años de la necesidad de cambiar el modelo productivo español? Y, ¿qué estamos haciendo para conseguirlo? No mucho, es verdad. Hoy quiero volver sobre este tema, que nos seguirá ocupando durante unos cuantos años. Y vuelvo con un tema del lado de la oferta: si queremos otro modelo productivo, hemos de potenciar la base de las ventajas competitivas de cualquier modelo que queramos poner en marcha. Y si nos creemos eso de que las personas son las claves de nuestra prosperidad, ¿qué tal si hablamos de Formación Profesional (FP)?

Necesitamos más trabajadores formados en FP, tanto reglada como no reglada, media, superior o de reciclaje profesional. Nos lo reclama la competitividad que he mencionado antes, pero también las perspectivas, negras perspectivas, de los jóvenes y menos jóvenes que no están en condiciones de ocupar un puesto de trabajo estable por falta de cualificaciones: de conocimientos, de capacidades en su especialidad, y de capacidades generales, esas que son tan importantes para que una persona sea y se sienta productiva, tenga iniciativa, sepa moverse en su puesto de trabajo y tenga oportunidades en su vida.

Una vez dicho todo lo anterior, he de reconocer que la tarea es difícil. Primero, porque hay que dar la vuelta a la manera de pensar de una sociedad que se ha creído que lo que necesitan sus hijos es un título universitario, y convencerles de otra cosa costará una generación, o dos. Porque, además, el 'establishment' educativo estará poco inclinado a la FP, si lo que esto significa es reducir el peso del bachillerato y de las universidades (párese el lector lo que puede suponer tener que cerrar algunas universidades y las consecuencias de esto para el gobierno autonómico de turno en las elecciones).

MANO DE OBRA BARATA Y CONTRATOS TEMPORALES

También, porque las empresas pequeñas y medianas, y algunas grandes, ven la FP como un problema limitado: conseguir unos cuantos trabajadores que prometan para sus necesidades inmediatas, y no ver que es un problema de mercado: porque cuanto más grande sea el mercado, más titulaciones haya y más diversidad, mejores oportunidades tendrá mi fábrica para encontrar los que necesito. Luego, por un problema económico: le hemos cogido el gusto a la mano de obra barata con contratos temporales, y la idea de comprometernos en proyectos de más largo plazo, con chicos y chicas que vendrán a formarse, algunos se quedarán y otros se marcharán, y yo tendré que involucrarme con ellos… ¡oh!, eso es demasiado caro. Porque luego resulta que mis técnicos cualificados tendrán que implicarse en la formación de esos trabajadores jóvenes, y ¿qué sacaré yo de ello? (probablemente, mejores técnicos y mejores empleados). ¿Se involucrará la asociación empresarial local o comarcal? La impresión que dan ahora es que están a la caza de concurso para desarrollar cursos de formación, porque esa es una importante fuente de financiación…

Y los centros educativos, ¿tendrán profesores flexibles, capaces de trabajar con las empresas, casi alumno por alumno? Solo hay que ver los problemas de financiación de los centros públicos, y los regateos en los convenios con los centros concertados, para darse cuenta de que no va a ser una tarea fácil.

RESOLVER EL PROBLEMA DEL DESEMPLEO JUVENIL

Perdón, pero en cuanto me he puesto a pensar en dificultades me ha salido la vena pesimista. Volvamos al punto de partida. ¿Queremos un sistema productivo eficiente, dinámico y competitivo? ¿Queremos un sistema educativo que, de verdad, forme a nuestros alumnos en conocimientos, capacidades, habilidades y valores? ¿Queremos tener unos docentes que se sientan útiles, que puedan aportar muy directamente a sus alumnos para el puesto de trabajo, que hablen de las empresas no como entes abstractos y lejanos, sino como colaboradores con los que se sientan continuamente a hablar de necesidades y de oportunidades? ¿Queremos resolver, de verdad, el problema del desempleo juvenil?

¿Y el desempleo no juvenil? Porque después de unos años de fracaso escolar, de tristes experiencias, del paro al contrato basura y vuelta al paro, ¿qué les podremos ofrecer, si no es una renta mínima muy mínima, hasta que lleguen a la jubilación con una pensión ridícula?

Perdón: ahora me he puesto en plan mitinero. Quizás deberíamos empezar sentando en la mesa de diálogo a empresas, centros educativos y administraciones públicas, no para hacer un estudio -hay unos cuantos muy útiles-, ni para inventar nuevos proyectos, que ya tenemos, sino para hacer un listado de compromisos: tú, ¿qué vas a hacer? Y, para hacerlo, ¿qué necesitas que te dé este, y el otro, y yo? Y después, a trabajar. Y a dar cuentas. Y al final, solo al final, que venga el político a dar su discurso que, por otro lado, nos servirá de poco.