Ernest Folch: La calma antes de la tormenta

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ERNEST FOLCH

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Saben los buenos marineros que no hay nada más peligroso que dejarse engañar por la calma del mar. Detrás de un día glorioso, espera agazapada una tormenta, como es ley de vida. El Barça navega con mucha solvencia y una eficacia infinita por las aguas difíciles del mes de febrero, que preceden inevitablemente al punto álgido de la temporada.

Hay tanta voluntad de guardar fuerzas para cuando sean necesarias que el partido de ayer contra el Levante se asemejó mucho a una de estas etapas planas del Tour en las que lo único interesante no es lo que se exhibe, sino lo que se dosifica. Ayer, el Barça no sólo escatimó esfuerzos sino también talento: a penas hubo medio destello de Messi, un cuarto de hora de Neymar y una sola aparición de Suárez, que resolvió con su instinto habitual. Algún jugador como Alves casi pareció bostezar, como si aquel trámite fuera un asunto desagradable que había que zanjar lo antes posible.

Más que un encuentro fue, literalmente, la ejemplificación futbolística de la ley del mínimo esfuerzo llevada a sus últimas consecuencias: teniendo en cuenta que en el Ciutat de València la entrada más cara valía nada más y nada menos que 150 euros, es probable que más de uno exigiese ayer la devolución del dinero. Y es que el Barça, más que ganar el encuentro, se lo sacó de encima, con un pragmatismo absolutamente desacomplejado.

Después de la acuarela para la eternidad que pintó contra el Valencia, ayer se despachó con una gruesa capa de pintura de brocha gorda, confirmando que Luis Enrique, guste o no, es capaz de darle al equipo más registros de lo que el barcelonismo habría imaginado jamás. El equipo, pues, se limita a esperar la hora de la verdad. Algo muy parecido podría ocurrirle al club, que de momento mantiene la calma a pesar de las turbulencias que lo acompañan inexorablemente.

Al inquietante caso Neymar en los juzgados, desdoblado ya en dos casos, que influye además sobre su entorno, es decir, sobre su renovación, es decir, sobre los nervios de la afición azulgrana, hay que sumarle ahora la denuncia de Jaume Roures contra Sandro Rosell por espionaje, otro asunto muy turbio del que necesitaríamos aclaraciones urgentes por parte del expresidente.

Un guion perverso

De fondo, el patrocinio prometido ya hace muchas semanas, no logra cerrarse, algo que condiciona la capacidad de fichar durante este ejercicio. Es decir, que mientras el equipo ve ya en el horizonte los octavos de final que le enfrentarán al Arsenal, el club se dispone también a afrontar sus partidos institucionales decisivos. El guionista perverso del fútbol parece decidido a que los dos frentes, el deportivo y el judicial, avancen de la mano, en paralelo, y en un crescendo morboso que parece preparado. A pesar de todo, el Barça hoy disfruta de una gran calma. Ojalá no sea la que temen los marineros justo antes de la gran tormenta.