MI HERMOSA LAVANDERÍA

Flores

COIXET

COIXET / periodico

ISABEL COIXET

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Mi madre es la única persona en el mundo que, cada fin de enero, se acuerda de que me encantan las mimosas y que su olor dulce y penetrante me pone de muy buen humor. Entrar en casa y, ya desde la puerta, sentir que un ramo de mimosas me espera y tener la certeza de que es mi madre quien me las ha traído es un sentimiento que no querría perder jamás porque es de las cosas más parecidas a la felicidad que conozco. ¿Por qué mimosas y no rosas, lirios o anémonas? ¿Tiene algo que ver que son flores que apenas duran un mes en las ramas y a finales de febrero ya desaparecen? ¿Me recuerda su olor a algo que no consigo situar? ¿Me gusta más de lo que quiero admitir el color amarillo?

Viendo la película 'Loreak' (Flores), quizá la mejor película española de este año, me acordé muchísimo de mi madre, de las mimosas y de los momentos en la vida a los que no damos importancia y luego resultan ser los más importantes. 'Loreak' habla aparentemente de ramos de flores, pero las flores solo son el vehículo para hablar de ilusiones, ausencias, presencias, recuerdos, amor, muerte... Es una película de una sensibilidad que siento absolutamente afín, con un trío de actrices fabulosas, que poseen esa extraña cualidad de ser conmovedoras tan solo ocupando el espacio. Ver 'Loreak' es pasar una hora y media acompañado de estas tres increíbles mujeres a las que entendemos perfectamente, aunque quizá no tengamos nada que ver con ellas. Y es también asistir a algo cada vez más raro: una película que te deja espacio suficiente para pensar y reformular tu vida mientras la estás viendo, como un amigo que te acompaña en los momentos bajos sin preguntar ni pedir nada a cambio.

Lo que diferencia a 'Loreak' de otras películas es que asume con una admirable economía de medios algo muy difícil de contar: después de la muerte, ¿existimos mientras alguien nos recuerde? Es un filme que susurra, que no impone su discurso, que no grita. Una cinta que me hizo pensar en la alegría que siente mi madre la última semana de enero, cuando aparecen las mimosas en los mercados y sabe que ese ramo que me deja en casa me alegrará el día. Y en la infinita ternura que siento por ella cuando habla y recuerda su vida con mi padre.

No quiero destapar detalles de la trama de 'Loreak' porque albergo la esperanza de que estas líneas les animen a verla, pero es de esas películas que, días después de haberla visto, dejan un poso profundo que no se borra. Y al salir ya no podemos mirar un ramo de flores de la misma manera.