Editorial

La final de los 'reyes' de copas

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Una vez más, la tercera en seis años, Barça y Athletic disputan hoy la final de la Copa del Rey. Se enfrentan los dos 'reyes' de copas, ya que ambos acumulan el mayor número de títulos de la historia de la competición. Veintiséis títulos para los catalanes, 23 para los vascos. Mucha historia hay detrás de estas camisetas, que, por descontado, representan a dos clubs «prestigiosos», como los califican los secretarios de Estado del Deporte y de Interior en su carta a los presidentes de ambas instituciones. La misiva, de orientación más política que deportiva, emplaza a ambas entidades a hacer todo lo posible para que el himno español sea respetado (léase no silbado) por las aficiones cuando esta noche suene en el Camp Nou para acompañar la entrada del rey Felipe, que presidirá el encuentro.

Desde que se confirmó que Barça y Athletic jugarían esta final, e incluso antes de que se escogiera el Camp Nou para albergarla, numerosas las voces del Gobierno central y del PP se han rasgado las vestiduras ante la posibilidad de que se repitan las pitadas masivas al himno, como ya ocurrió el 2009 y el 2012. Incluso se ha propuesto suspender el encuentro y desalojar el estadio para disputarlo después a puerta cerrada, entre otras ocurrencias que, por venir de donde venían, parecían más encaminadas a estimular la protesta que a amortiguarla. Tales avisos se han materializado en una amenaza de sanción al club anfitrión -que en realidad no lo es, porque el Camp Nou es campo neutral- y al rival.

Si lo que se juzga es la anunciada pitada al himno, no parece que este hecho encaje entre la figuras sancionables por el Comité Antiviolencia: el racismo, la xenofobia, la incitación al odio, la violencia... Los estamentos deportivos deben calibrar muy mucho hasta qué punto su reacción contribuye a relativizar o a magnificar la protesta. Es el acontencimiento futbolístico el que debe eclipsar el episodio político, y no a la inversa.

En unas manifestaciones que los honran, tanto el presidente del FC Barcelona, Josep Maria Bartomeu, como el lendakari Íñigo Urkullu han emplazado a las aficiones a conducirse con respeto a todos los símbolos, incluido el himno español. La libertad de expresión, que abarca cualquier protesta pacífica, no debe estar reñida con el respeto a todos los símbolos nacionales, una de las normas básicas de la convivencia y el marco en el que se debe siembre expresar la discrepancia.