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Fichajes

ÓSCAR LÓPEZ

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Cuando esta columna aparezca, supongo que se habrá consumado el fichaje deGareth Balepor el Real Madrid, después de un verano mareando la perdiz con este asunto. Un galés que viene a nuestro país, y 14 jugadores españoles que han sido fichados por La Premier, comoNegredo, Navas, Amat, Soldado, Aspas, Cañas, Amorebieta...Está claro, a nivel de mercado futbolístico, los anglosajones nos han comido el terreno. Pero viendo lo que se nos viene encima este otoño, en lo literario parece que también.

Las editoriales patrias han decidido jugarse el curso fichando rutilantes estrellas anglosajonas para intentar detener la terrible sangría económica. Y con mayor o menor dispendio, las programaciones van repletas de ellas. Ahí estánStephen King, John le Carré, John Grisham, Richard Ford, Nadine Gordimer, Tom Wolfe, Paul Auster, Ian McEwan...Algunos aparecerán rápidamente en las listas de más vendidos. Otros, quizás no, pero casi con toda seguridad sus editores compensarán las inversiones realizadas. Esto es algo que, lamentablemente, no tiene un trato recíproco. ¿A quién habrá que sobornar para que, de una vez por todas, nuestros autores tengan la más mínima oportunidad allende nuestras fronteras?

Cierto es que nuestros agentes y editores han realizado una gran labor en los últimos años, y la presencia en el extranjero de esos escritores ha crecido. Pero una cosa es conseguir que te traduzcan y otra muy distinta lograr unas cifras de venta razonables. Las buenas críticas están muy bien, pero no pagan hipotecas.

Sabido es que los anglosajones son muy suyos y piensan que con lo que se escribe de puertas adentro ya tienen bastante, que para qué traducir a un autor español, portugués o italiano (salvo honrosas excepciones, claro). Por eso, a lo mejor habría que aprovechar el tirón de esos futbolistas españoles que galopan por sus estadios para recordarles que aquí, además de tipos que le dan de fábula con el pie al balón, los hay que se desenvuelven muy bien con las manos, y son capaces de escribir historias redondas, que ganarían por goleada a muchas de las suyas.