Peccata minuta

Ficción y realidad

Al conocer la muerte de Rita Barberá, mi enferma imaginación ha volado hacia 'Diez negritos' y 'La ley del silencio'

Rita Barberá, el pasado 25 de septiembre, en Les Corts Valencianes. MIGUEL LORENZO

Rita Barberá, el pasado 25 de septiembre, en Les Corts Valencianes. MIGUEL LORENZO

JOAN OLLÉ

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En la película Good bye, Lenin!, el actor Daniel Brühl encarna al hijo de una mujer de la antigua Alemania del Este, devota militante de las virtudes del comunismo. Ante la caída del muro de Berlín, Brühl no sabe cómo comunicárselo a su madre, temiendo que esta, que ha dedicado toda su vida, privaciones y sueños a la causa, entrase en fuerte depresión. Así pues, el hijo se las ingenia para mantenerla en la ignorancia de la realidad, grabándole y pasándole fingidos vídeos en los que siguen exaltándose las grandezas de Erich Honecker, así como organizando visitas a domicilio de actores disfrazados de altos mandos del partido que la loan y condecoran por su inquebrantable adhesión a la Verdad.

Hace un par de días, al ver por televisión el espot de la lotería de Navidad, volvió a mi memoria la deliciosa película de Wolfgang Becker. En dicho espot vemos a una señora, ya mayor, de nombre Carmina, que ve por la televisión que el gordo que cantan los niños de San Ildefonso coincide plenamente con las cifras del décimo que sostiene entre sus dedos. La mujer, ebria de felicidad, vuela a la calle para compartirla con sus vecinos de toda la vida, y todo el pueblo llano, olvidando sus tareas, va sumándose a su desbordada alegría -¡al fin mi pequeña vida habrá servido para algo y podré legarlo a mis seres más queridos!- con brindis de cava, abrazos, lágrimas, baile y banquete popular. Lástima que todo esto ocurriese un 21 de diciembre, un día antes de la fecha del sorteo, y que Carmina, como la madre alemana, confundiese un reciclado vídeo con la realidad.

Agatha Christie y Elia Kazan

El pasado miércoles, Rita Barberá, presunta conocedora de las más oscuras entretelas de la trama Gürtel, fue hallada muerta a primera hora de la mañana en un madrileño hotel de cinco estrellas; cinco, como las cinco personas (María del Mar Rodríguez Alonso, Isidro Cuberos, Francisco Sánchez Arranz, José Martínez Núñez y Francisco José Yáñez) fuertemente implicadas en la trama que han ido pasando a mejor vida desde enero del 2014.

Y mi enferma imaginación ha volado hacia aquella novela de Agatha Christie titulada Ten Little Niggers (Diez negritos) en la que ocho criminales que lograron escapar de la justicia son invitados por unos extraños y ausentes anfitriones a pasar unos días de vacaciones en la Isla del Negro, donde uno tras otro irán muriendo misteriosamente a los acordes de las estrofas de And Then There Were Noe, vieja canción infantil americana de idéntica estructura a nuestra Deu pometes té el pomer. Y también -lo confieso- mis perversas fantasías viajaron a La ley del silencio, obra maestra de Elia Kazan. Ficción y realidad: tan lejos, tan cerca.