Alberto Fernández vuelve a las Cruzadas

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JUANCHO DUMALL

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La petición realizada ayer por Alberto Fernández Díaz, presidente del Grupo Popular del Ayuntamiento de Barcelona, para que la ciudad "dé prioridad a aquellos refugiados cristianos que huyen de la barbarie de la guerra y del integrismo islámico" es un plantemaniento no ya reaccionario, sino medieval. Concretamente, de la época de las Cruzadas, entre los siglos XI y XIV.

¿A qué viene a estas alturas diferenciar la religión de quienes huyen de la guerra y del hambre? ¿A qué viene, en un Estado felizmente aconfesional, dar prioridad a unos creyentes sobre otros? ¿Por qué poner el foco en este momento en las diferencias religiosas? ¿Y por qué hacerlo en una ciudad abierta como Barcelona en la que, por cierto, se ha registrado la mayor manifestación de toda Europa en favor de la acogida de refugiados?

Todo indica que Fernández Díaz ha vuelto a marcar territorio político --mirando al sector más ultra del PP en esta caso-- sin importarle la utilización en la refriega política de un drama como el de los refugiados.

MARINE LE PEN

No deja de ser llamativo que esta reclamación se produzca pocos días antes de la primera vuelta de las elecciones presidenciales francesas, donde la ultraderecha de Marine Le Pen, blande como tema estrella la inmigración, los refugiados y la supuesta islamización de Francia. Si lo que pretende el hombre del PP en Barcelona es abrir aquí un debate sobre el predomino social de unas creencias u otras, su tentativa está condenada al fracaso. Sencillamente, porque esa guerra de religiones no forma parte de nuestro paisaje cultural y político.

Suele subrayarse que en España no existe una ultraderecha potente --como la francesa, la holandesa o la danesa-- que dé la batalla política en el terreno de las críticas al islam y la defensa de los valores tradicionales cristianos. Es cierto, pero con una notable salvedad. Aquí es el PP el que, desde los tiempos de Manuel Fraga, agrupó a personas de talante liberal y democrático junto a los más fieles herederos del llamado franquismo sociológico. A estos últimos dirige Alberto Fernández su ocurrencia para dar prioridad a cristianos sobre musulmanes.