Dos miradas

Felices pocos

La historia del independentismo catalán está llena de escenas que imitan a los Monty Python con sus fracciones y facciones hebreas, siempre enfrentadas

JOSEP MARIA FONALLERAS

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El procés ha desguazado coaliciones y partidos, ha separado compañeros de viaje y ha causado nacimientos y defunciones de siglas. El panorama es extraordinariamente fluido y resbaladizo, con matrimonios de toda la vida hechos añicos y parejas de hecho que no duran ni una legislatura. La única fuerza que parecía incólume era la CUP, aquella band of brothers de Enrique V en versión catalana: «Nosotros pocos, felices pocos, grupo de hermanos», como escribía Shakespeare. Pero no, claro. Era demasiado bonito. El diputado Salellas ha advertido que si el debate es «Mas o marzo» puede haber una «situación de fractura», que es, de hecho, lo que se vislumbra en el horizonte una vez leídas las declaraciones de prosa radical y encendida de Endavant y de Poble Lliure, dos de las facciones (o fracciones, o ambas cosas a la vez) de la CUP.

La historia del independentismo catalán está repleta de escenas que imitan a los Monty Python con sus fracciones y facciones hebreas, siempre enfrentadas. Endavant nació de una plataforma que no consiguió lo que se proponía -la Unitat d'Acció-, y Poble Lliure bebió de lo que quedaba del MDT, tras la disgregación de los dos PSAN, y de los Maulets, que ya no lo son, sino que son Arran. No deberíamos de extrañarnos, pues, que la fractura estuviera a punto de llegar. Es marca de la casa. Enrique V emitía su arenga para convencerse de una victoria improbable. Aquí, los hermanos están a punto de volver a dinamitar la familia.