El último escalón

Alcácer abandona decepcionado el Camp Nou tras el 0-0 ante el Málaga.

Alcácer abandona decepcionado el Camp Nou tras el 0-0 ante el Málaga. / periodico

SÒNIA GELMÀ

Por qué confiar en El PeriódicoPor qué confiar en El Periódico Por qué confiar en El Periódico

Los amantes del alpinismo lo conocen bien. El Escalón Hillary, lo llaman. Un muro de hielo, nieve y roca de unos 12 metros, el último gran obstáculo antes de acceder a la cima del Everest. Imaginen, después del esfuerzo que supone llegar hasta allí, por encima ya de los 8.000 metros, el reto de encontrarse ante ese muro. Un escalón similar se encuentra cualquier jugador que tenga aspiraciones de ser titular en este Barça, un muro contra el que han topado todos los que llegaron al club el verano pasado.

Cada uno lo intenta subir como puede. Umtiti, por ejemplo, da pequeños pasos, sin tomar riesgos y, aunque es pronto para saberlo, parece que es cuestión de tiempo que alcance la cima. André Gomes titubeó algunos días, se lo tomó con calma, pero últimamente parece que al menos ha iniciado la ascensión. Denis, brioso, escala a buen ritmo unos días para ver como una ventisca se lo lleva por delante al siguiente. Digne, por su parte, asciende inseguro, con su bombona de oxígeno y sabedor que nadie espera que llegue a la cumbre. Y finalmente, Alcácer, para quien el muro es cada vez más alto. Por momentos diría —quizás es un simple efecto óptico— que ha renunciado a subir y ha empezado el descenso.

{"zeta-legacy-destacado":{"strong":"A los nuevos hay que exigirles\u00a0","text":"pasos hacia\u00a0adelante pero ayudarles a derribar el muro en esta dif\u00edcil ascensi\u00f3n\u00a0es tambi\u00e9n responsabilidad de Luis Enrique"}}

No es un escalón infranqueable. El último en completar la ascensión fue Sergi Roberto, a quien Luis Enrique dio el empujón necesario cuando ya prácticamente nadie, ni él mismo, veía en esa cima ocupada por el once de gala. Nadie les pide que se afiancen en ella, no vienen a competir por el puesto de titular. No se puede comprar en el mercado un recambio que iguale las prestaciones de MessiSuárez Iniesta. Primero, porque no existen y, segundo, porque, de ser así, no sería sostenible pagarles para que esperen su turno en el banquillo. Pero la aspiración debería ser que entre el equipo titular y ese conjunto de jugadores que en su día bautizamos como fondo de armario no hubiera un escalón de 12 metros.

Luis Enrique aseguró en verano que esta era la mejor plantilla que había tenido desde que era entrenador del Barça. Su misión es que el equipo rinda, con tridente y sin él, con Iniesta y sin él. Aportar soluciones colectivas a la ausencia del talento individual de sus estrellas, para que a sus sustitutos no se les lleve un alud por delante. A los nuevos se les deben exigir pasos hacia adelante y no hacia atrás, pero derribar el muro, ayudarles a subir ese último escalón, también es responsabilidad de Luis Enrique. Eso sí que sería de notable alto.