A favor de los deberes escolares

El ministro de Educación, Cultura y Deporte, durante su primera comparecencia como portavoz del Gobierno.

El ministro de Educación, Cultura y Deporte, durante su primera comparecencia como portavoz del Gobierno. / periodico

Albert Sáez

Albert Sáez

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Vivimos en un mundo dislocado en el que los roles sociales se ven continuamente alterados. Este mes de noviembre, la Confederación Española de Asociaciones de Padres de Alumnos (Ceapa) promueve una huelga de deberes escolares. De manera que madres y padres hacen frente común con los hijos contra los profesores y las escuelas. Este runrún con los deberes hace meses que dura. Ciudadanos -ese partido siempre tan diligente con cualquier demanda social que no cuestione el poder verdadero- ya presentó en su momento sendas proposiciones en el Parlament y en el Congreso de los Diputados para prohibir (sic) los deberes escolares.

Esta campaña de padres y madres alentados por políticos populistas contra las tareas fuera del horario lectivo me parece el ataque más feroz a la autonomía de la escuela y a la libertad de cátedra de los profesores desde que nos deshicimos de la dictadura por muerte natural. Deben ser los profesores y la escuela quienes decidan si tienen que haber deberes o no. Nadie debe interferir en la dinámica interna de los centros educativos hasta ese punto. Lo contrario sería sumamente contraproducente y minaría todavía más la diezmada autoridad de los profesores a menudo atenazados por el maltrato simultáneo al que les someten algunos progenitores y algunos alumnos poco dados a aceptar las mínimas normas de convivencia y de comportamiento en el aula.

Ignoro que mueve a algunos padres y madres a abanderar esta supuesta revolución. Se quejan del exceso de tareas y de la inutilidad de muchas de ellas. Quizás algo tiene que ver en ello el hecho de que a los profesores les cueste cada día más esfuerzo mantener el orden público en ¡clase, una tarea a la que deben de dedicar un tiempo que restan al trabajo educativo y que intentan que los alumnos recuperen en su casa. Quizás algo tiene que ver en esta queja el hecho de que muchos padres y madres se dedican a cumplir ellos con las obligaciones de sus hijos con lo cual ciertamente añaden una tercera jornada laboral de la que se quieren lógicamente deshacer. Antes que pedir que supriman los deberes sería mejor que dejaran de hacerlos ellos. Un mundo con todavía menos deberes da más miedo que Trump en la Casa Blanca