Al contrataque

Farmacia española

Tras el experimento de la píldora lila de Podemos llega la maravillosa pastillita naranja de Albert Rivera

ERNEST FOLCH

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Últimas novedades en la gran industria farmacéutica de la política española. Ante la grave enfermedad del soberanismo se han probado en los últimos años todo tipo de vacunas. Hasta la irrupción gloriosa de Podemos, se intentó sin éxito la dosis clásica de Constitución y legalidad, que terminó con dos millones de personas cada año en el mismo lugar y a la misma hora. El primer producto que dio algún indicio de rebajar la infección fue la irrupción calculada de Pablo Iglesias, que logró sacar del primer plano la cuestión del soberanismo y sin resolverlo al menos lo durmió, hasta que sus propios creadores se dieron cuenta de que empezaba a ser demasiado peligroso: Podemos tenía demasiados puntos en común con los separatistas, puesto que su objetivo era demoler el statu quo. Había que destruir el Frankestein creado y rápidamente se puso en marcha la operación Monedero, que creó los cortocircuitos previsibles en un partido que no ha sabido destituirle a tiempo. Tras el experimento con la píldora lila de Podemos había que hallar rápidamente un antídoto, y el santo grial -como suele suceder- no había que inventarlo puesto que estaba ya fabricado: la maravillosa pastillita naranja de Albert Rivera. Hay que ver con qué maestría los químicos del laboratorio han logrado que algo tan poco nuevo como Ciutadans parezca de repente recién salido del horno. Rivera, este sí, es producto 100% de los medios y en primer lugar de los medios catalanes, que para superar el miedo de que les acusase de marginarlo se han pasado años lavando preventivamente su sentimiento de culpa invitándole a más minutos de los que le tocaban para que dejara de quejarse, sin que por supuesto dejara de quejarse.

El antídoto nacional

C's no abandonó el victimismo que le daba réditos, que fue creciendo en la misma proporción que crecía el minutaje que decía no tener, y cuando nuestros laboratorios locales -menos diestros que los estatales- se dieron cuenta ya era demasiado tarde. Pasado con éxito el test local, ha llegado el momento de convertir a C's en el antídoto nacional contra cualquier enfermedad patria. La segunda oleada mediática de Rivera va camino de convertir en una anécdota la aparición de Iglesias, y hay que ver con qué entusiasmo lo entrevistan, jalean y protegen los medios que decían que Iglesias era un invento de los medios. La jugada es genial, porque permite frenar el soberanismo desde dentro y desde fuera y hacerlo además con un jugador inteligente, que se lo come todo excepto al PP y que permite a Rajoy volver a ganar un partido sin bajar del autobús. Mientras el soberanismo perdía tiempo y energías con sus estériles ataques de histeria con Podemos, ahora ve cómo le inoculan otro antivirus, esta vez peligroso, llamado Ciutadans. Donde no llega el Estado, llega la farmacia.