Lecciones de la victoria de Trump

Facebook y la máquina de la verdad

Las redes sociales deben tomar conciencia del impacto de sus contenidos y no pueden ser ajenas a sus consecuencias

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FRANCESC VALLÈS

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La victoria de Donald Trump encendió todas las alarmas y Facebook se ha puesto las pilas. Según un estudio del Pew Research Center, un 60% de los norteamericanos se informaron sobre las elecciones presidenciales a través de esa red social. Eso significa que decenas de millones de personas se formaron una opinión sobre los candidatos a través de noticias no contrastadas, rumores, mentiras o falsedades que bajo la apariencia de veracidad aparecían publicadas en sus muros personales.

A los usuarios de Facebook les da igual si las noticias son ciertas o no. No las cuestionan porque no tienen ni los instrumentos ni la capacidad para hacerlo. Las dan por buenas porque su red social de referencia, a la que han confiado sus datos personales, se las publica diariamente en su tablero. Pero acabamos de presenciar como un aluvión incontrolado y teledirigido de rumores de esta envergadura en una comunidad tan grande como Facebook puede llegar a condicionar un resultado electoral.

ALEMANIA INSTAURA UN FILTRO

Angela Merkel no quiere ni oír hablar de que algo así le suceda en las próximas elecciones alemanas y ha conminado a Facebook a tomar medidas. La reacción de la compañía ha sido inmediata, y ha anunciado la puesta en marcha de un mecanismo para detectar noticias falsas y evitar su propagación. El sistema consiste en que cuando un usuario dude de la veracidad de una noticia que aparezca en su muro podrá identificarla como sospechosa. Esa denuncia se transmitirá automáticamente a Correctiv, una agencia alemana de comunicación independiente con la que ha firmado un convenio, para que proceda a su comprobación. Una vez pasado el filtro, los usuarios que compartan un contenido de dudosa fiabilidad recibirán una notificación que les advertirá de ello. A partir de ahí, cada cual es libre de formarse la opinión que quiera. O de decidir su voto.

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El sistema parece sencillo de implementar, pero hasta ahora nadie lo había exigido. La principal razón es que Facebook no está sometida al mismo régimen de responsabilidad que los medios de comunicación porque no crea noticias, solo las difunde. La libertad de información es uno de los pilares sobre los que se sustentan los sistemas democráticos, porque a través de su ejercicio se contribuye a formar una opinión pública libre. De ahí que jueces y tribunales exijan que la libertad de información esté siempre subordinada a la comprobación de la veracidad de los hechos sobre los que se informa. El problema es que Facebook no es un medio de comunicación, es solo un medio de amplificación, un foro, un espacio común.

LA CALIDAD DE LA DEMOCRACIA

Las redes sociales deben tomar conciencia del impacto que provocan sus contenidos y no pueden ser ajenas a sus consecuencias ni pueden desentenderse de ellas. Información, tecnología y ética son compatibles, y ahí está su verdadera responsabilidad social. No se trata de imponer sanciones, sino de conseguir que adopten medidas para mejorar su credibilidad. De ello depende no solo su propia reputación sino la calidad de nuestra democracia.