Los extraterrestres son de letras

Seguramente hay muchas civilizaciones esparcidas por el universo. Pero, entonces, ¿por qué no se dejan ver todos esos seres? Hay numerosas hipótesis, aunque yo tengo la mía.

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JUAN CARLOS ORTEGA

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El descubrimiento de siete planetas orbitando alrededor de una pequeña estrella a 40 años luz ha vuelto a abrir el debate acerca de la inteligencia extraterrestre. Cada vez son más los expertos que se decantan por un rotundo sí a favor de su existencia. Debe haber muchas civilizaciones esparcidas en el universo, afirman. Entonces, ¿por qué no se dejan ver?

Esta pregunta es ya un clásico entre los científicos, que se esfuerzan por responderla de varios modos distintos. Algunos aseguran que estos seres están muy lejos y que esa distancia es un problema para establecer el contacto. Otros afirman que, tal vez, prefieren esconderse para que no les molestemos y también están los que argumentan que, de existir, no han desarrollado todavía la tecnología adecuada para producir el encuentro.

Siempre que leo estas hipótesis (y otras más) echo en falta una que me parece obvia y que nadie tiene en cuenta. Los extraterrestres son de letras. No puede haber otra explicación. Si se tratara de civilizaciones que hubieran desarrollado una tecnología, ya nos habrían localizado. O nosotros a ellos. Pero si son de letras y les ha dado solamente por la poesía y la música dodecafónica, despreciando todo conocimiento científico, entonces se entendería que no se les hubiera ocurrido fabricar radiotelescopios, o naves espaciales, o cualquier otro instrumento que facilitara su detección o la nuestra.

No digo que estos extraterrestres sean artistas auténticos. Para nada. Si así fuera, tendrían amor por la ciencia, porque los artistas de verdad que he conocido están enamorados de todo lo científico. Mi teoría es que son de letras, pero bastante burros, como esos que existen en nuestro planeta, los que presumen de no saber qué diablos es un protón pero se chulean recitando a Whitman de memoría, esos que desprecian el conocimiento cientifico pero pasean horas por ARCO creyendo que allí se encuentra la esencia de todo lo humano.

Así deben ser los extraterrestres. Han evolucionado, son inteligentes a su modo rudimentario; lo suficiente como para escribir novelas en las que salen señores que sufren mucho porque nadie les valora, pero que no tienen la capacidad de razonamiento necesaria para que se les ocurra la teoría de la relatividad o para descubir la penicilina. Nuestra galaxia, y las otras doscientos mil millones que pueblan el universo observable, deben estar repletas de seres así, vanidosos de desconocer el método científico, inteligencias cuya esperanza de vida, sin duda, es angustiosamente breve, porque sin ciencia no hay medicina, y sin medicina no hay existencias largas y alegres.

A lo mejor tienen homeopatía, eso sí, y acupuntura, porque esas cosas son muy de letras, pero les aseguro que no saben lo que es un quark, un gravitón o una onda electromagnética. No es que estén lejos y no nos lleguen sus ondas; es que no se les ha ocurrido transmitir.

Así que, cuando escuchen a los científicos preguntarse por qué diablos no encontramos a nadie ahí fuera, ustedes pueden presumir de tener la respuesta, o al menos una razonable hipótesis: los extraterrestres son de letras, pero de letras «de los burros».