DEFENSORA DE LA IGUALDAD

La extraordinaria vida de Isabel

Dentro y fuera. Este capítulo de 'Barrio Sésamo' nos lo perdimos las mujeres. Trabajamos dentro y fuera de casa. Destacan las condiciones y el silencio en los que lo hace la mayoría, la base, de las mujeres.

EVA Peruga

Por qué confiar en El PeriódicoPor qué confiar en El Periódico Por qué confiar en El Periódico

«Su vida no tuvo nada de extraordinario. Seguro que fue muy parecida a la de tantos abuelos de su generación. Pero es su historia y la he querido explicar para evitar que desaparezca del todo». Así despedía un hombre a su madre,Isabel,de 85, hace una semana tras ofrecer nos pedazos de su historia. Pero la vida deIsabel tuvo tanto de extraordinario como la de muchas mujeres de su época, malpagadas y explotadas entre telares y fábricas. Como laElionordeMiquel Martí Pol: «Elionortenía / 14 años y tres horas/ cuando la pusieron a trabajar/ Estas cosas quedan/ registradas en la sangre para siempre».

LasElionorcrecían y, como recordaba el hijo deIsabelen el funeral, cuidaban de los hijos, el marido, los padres, los suegros y salían de casa para completar un salario masculino escaso. Eran las currantas. Invisibles. No para el ojo avizor del fotoperiodista Josep Brangulí,que las hizo coprotagonistas de la transformación de Catalunya entre 1909 y 1945 (exposición en el CCCB).

POCAS PERSONAS saben que las mujeres destacaron tanto en el boicot a los tranvías por el alza del precio del billete, en 1951, como en la redacción de un informe sobre la huelga. LasIsabelestaban ahí. Cuando en 1968 nuestros vecinos buscaban playas bajo los adoquines, eran el 75% de las personas empleadas en el textil en Catalunya. Aún se las conocía popularmente como las «chinches de fábrica». En todos los centros laborales, se había instalado la férrea división del trabajo por sexos. Ellas cobraban menos y, de ninguna manera, podían acceder a los cargos, reservados a los hombres.

El modernizado decorado, a veces, nos hace creer que ha cambiado la obra. Pero la mayoría de mujeres siguen catalogadas por las cifras y las circunstancias en el paquete de las currantas.

La reclamación de cuotas para las féminas en los consejos de administración y en la política es muy positiva. Refleja que las mujeres no solo están capacitadas para ocupar estos lugares, sino que, además, quieren hacerlo. Su papel, se supone, servirá de referente. Además, también se supone, de ayudar al empoderamiento de otras. Inciso: si no «hay un lugar especial en el infierno para las mujeres que no ayudan a otras mujeres», sentencia la exsecretaria de Estado de EEUUMadeleine Albright.

La élite de las mujeres empuja con la fuerza de la combinación de preparación y competencia. Incluso así no les resulta fácil. Pero el parto de la democracia paritaria no es posible si no empujan a la vez las currantas de hoy. Su perfil es: trabajadora del sector servicios, a jornada completa, de entre 18 y 30 años, con estudios elementales. El paro castiga con fuerza a las mujeres que no han completado los estudios primarios y que, en gran medida, han dado el salto desde su domicilio -cínico apelativo el de ama de casa- al mercado laboral para paliar los efectos de la crisis en el núcleo familiar. Nuevas currantas para la doble jornada. La desigualdad juega con la subsistencia de todas ellas.

Sí, las Isabel del 2011 ya no lavan los pañales a mano ni van a buscar el hielo para la nevera, pero su columna vertebral sigue aguantando el peso del trabajo doméstico, del cuidado y la falta de oportunidades en su ámbito laboral. En los gráficos sobre la población activa destaca un elemento: a mayor nivel de estudios, más posibilidades de empleo para las mujeres.

PUEDES encontrar directivas que, a través de un teléfono inteligente, imparten instrucciones a su hogar o intentan controlar a su hija adolescente, pero su lucha por la igualdad tiene registros diferentes a los de la mayoría, empezando por los recursos económicos. Las directivas, las universitarias, avanzarán, pero el espacio público conquistado no lo podrán mantener si la base no es sólida. Entre los retos también figura el del reconocimiento, para que a las currantas de hoy no les pase como aIsabel. Su trabajo y su lucha no deben quedar relegados a pies de página en algún libro. Ellas también están aquí. Son actoras merecedoras del Oscar a pesar de interpretar su vida bajo el «silencio, se rueda».