La clave

'Excusatio non petita' de Rajoy

ENRIC HERNÀNDEZ

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Siendo de agradecer que todo un presidente del Gobierno pida "perdón" a los ciudadanos por los escándalos de corrupción que enlodan su partido, no deja de llamar la atención que el susodicho acto de contrición acontezca con tanta tardanza. Confiesa Mariano Rajoy el error de "haber situado en puestos de los que no eran dignos a quienes en apariencia han abusado de ellos", y dice empatizar con la "indignación y hartazgo" de la sociedad española.

No se recuerda que el líder conservador presentara excusas al estallar el 'caso Gürtel': "No es una trama del PP, sino contra el PP" (2009). Ni cuando por esta misma causa fue imputado su tesorero, Luis Bárcenas: "Nadie podrá probar que no es inocente" (2009). Ni cuando al 'inocente' extesorero se le descubrieron cuentas en Suiza: "Luis, sé fuerte" (2013). Ni siquiera cuando el encarcelamiento de Bárcenas hizo estallar la noticia sobre los supuestos sobres de dinero negro en la calle Génova: "Todo lo que se refiere a mí y a mis compañeros de partido no es cierto, salvo alguna cosa..." (2013).

Ese "hartazgo" ciudadano que ahora Rajoy afirma compartir se larvaba desde hace años, cristalizó en las acampadas del 15-M y ha superado su fase prepolítica con la eclosión de Podemos. No es ya una difusa inquietud para el sistema político; es una amenaza inminente para su propia supervivencia.

La consolidación del Partido de los Indignados como opción electoral convoca a las urnas a los abstencionistas con sed de venganza, inhabilitando la estrategia del avestruz tan del agrado del bipartidismo. Lo que explica que Rajoy abandone su burladero de plasma y entone por fin un tímido 'mea culpa'.

La redención

Tampoco es casual que el presidente dé un paso al frente cuando los abusos destapados -las tarjetas b de Bankia y el '3% madrileño'- delatan el (supuesto) lucro personal de cargos de varios partidos, sin manchar la financiación del PP. Excusarse por (y escudarse en) las cleptomanías aisladas en vez de atajar la metástasis que corroe las finanzas de los partidos es una 'excusatio non petita' e interesada. Y sin 'accusatio manifesta' no habrá redención posible.