Editorial

El examen de la playa para perros

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Barcelona estrenó ayer la primera playa para perros de la ciudad, cerca del Fòrum, acondicionada para que los animales y sus dueños puedan disfrutar del mar durante la temporada de baño. La instalación, que forma parte de un plan piloto municipal, llega rodeada de la polémica que envuelve tradicionalmente las relaciones, y su equilibrio, entre los derechos de los propietarios de mascotas como los de quienes no lo son y deben compartir espacios públicos con los animales de los demás.

Desde la presentación del proyecto, la playa para perros ha despertado los recelos de los vecinos, que sospechan que 'su' franja marina se va a convertir en un gueto canino, con problemas de suciedad no tanto en la arena y aguas de la zona acotada, sino en el entorno. Por otro lado, y una vez conseguida una de sus reivindicaciones históricas, las asociaciones animalistas celebran una iniciativa que sitúa a Barcelona entre las grandes urbes con 'sensibilidad animal', aunque consideren escasos los 1.250 metros cuadrados adjudicados de los 4,5 kilómetros de extensión de las playas barcelonesas.

Nos encontramos ante un nuevo reto colectivo. La reciente admisión de los perros en el metro puede servir ahora de ejemplo de cómo las desconfianzas iniciales se desvanecen si se respetan la normativa y los derechos de los ciudadanos, sean dueños o no de mascotas. La playa para perros empieza su examen. Es cuestión de todos aprobar con nota esta nueva asignatura de civismo.