tú y yo somos tres

¡Evacua o revienta!

FERRAN MONEGAL

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No sabemos todavía si Isabel Pantoja entrará en la cárcel. Tampoco sabemos -caso de ser ingresada- si obtendrá el tercer grado, es decir, la semilibertad. Pero en el Deluxe (T-5) no han podido resistirse al truculento morbo de escenificarnos la entrada de Pantoja en los calabozos del penal de Alhaurín. La encargada del meticuloso montaje-recreación -con dibujitos incluidos- ha sido María Patiño. Le ha puesto mucho dramatismo y énfasis. El momento más tremendo fue cuando nos detalló -en tiempo presente, como si la Pantoja estuviera efectivamente entrando en la prisión- lo que le iban a dar para su subsistencia en la mazmorra. María Patiño nos enseñó una manta, un frasco de champú barato, y un rollo de papel higiénico. ¡Ah! La imagen de la Patiño enarbolando el papel de váter que le van a suministrar a Isabel Pantoja ha sido una estampa cutre, tétrica, lóbrega, siniestra. Y tenía al mismo tiempo, al teléfono, a una exreclusa de ese mismo penal, para que fuese calentando todavía más la descripción de aquel sombrío ambiente. Decía la expresa: «En la celda no hay más que una taza de váter, sin puerta, por supuesto. Eso es lo que más le va a costar a Isabel. Ahí perderá toda intimidad. ¡O la pierde o revienta!». O sea, ¡o evacuas o revientas!  Recordamos al Lute en ese momento, aquel Lute cuando era carne de mazmorra ¡Ah! La escenificación que nos ha fabricado el Deluxe ha sido pura especulación. No sabemos si Pantoja entrará en prisión, ni tampoco si gozará del régimen abierto. Pero han conseguido lo que pretendían: un pavoroso grado de truculencia.

«YO TAMBIÉN SOY UNA PUTA» .- Con este grito, Merceditas consiguió que el Gran Hermano del jueves alcanzase un notable pico de audiencia. ¡Ah! La excéntrica vedete de la ratomaquia tenía que hacer alguna cosa, porque el rompimiento del triángulo amoroso (Paula-Omar-Lucía) no les está dando el resultado que pretenden. Paula gritó el otro día frente a las cámaras: «¡Lucía, tú eres una putanesca!». Y Merceditas se agarró a esa expresión y montó un pollo. Se solidarizó con todas las prostitutas del mundo y repitió varias veces con teatral sonoridad: «¡Yo también soy una puta!». ¡Ah! Cuando la ratomaquia flojea la Milà entra en excitación. A lo largo de los años la hemos visto enseñar las bragas, el culo  y las tetas. El jueves tocaba agarrarse al tema putanesco. Lo que haga falta para que no decaiga el negocio.