La rueda

La Europa que padecemos

JOSÉ A. SOROLLA

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A menudo se dice que la política económica de austeridad a ultranza que promueve Alemania se debe a razones electoralistas, a queAngela Merkelno quiere perder las elecciones generales de este año. Ojalá fuera solo ese el motivo, porque bastaría que la cancillera renovara el mandato para que la política que estrangula a Europa cambiase. Pero, desgraciadamente, no es así. Las cosas no son tan simples.

Hace ya muchos años que Europa ha perdido el norte, que la idea de Europa ha dejado de ser un proyecto compartido para convertirse en la Europa del qué hay de lo mío en lugar de la Europa de la cohesión y la solidaridad. A riesgo de parecer un argumento cansino y nostálgico, hay que recordar que desde que desaparecieron de la escenaHelmut Kohl, François MitterrandyFelipe González,ninguno de sus sucesores ha creído en Europa como proyecto común. NiGerhard Schröder,niJacques Chirac,ni mucho menosNicolas SarkozyyMerkel.Ni siquieraFrançois Hollandepasaría un test de europeísmo fetén. En las últimas elecciones francesas (SarkozycontraHollande), el único verdaderamente europeísta era el centristaFrançois Bayrou.

Los actuales dirigentes solo creen en la Europa intergubernamental, en la que mandan los gobiernos nacionales, que han colocado a dos burócratas (José Manuel Durao BarrosoyHerman van Rompuy) y a una esfinge (Catherine Ash-ton) para que ejecuten sus deseos. El Ejecutivo comunitario está a la orden. El caso de Chipre solo ha sido un estrambote de esta Europa de funcionarios en el que, eso sí, se han sobrepasado todos los límites al aprobar una barbaridad (expropiación de los depósitos) por unanimidad, de la que al día siguiente nadie se hacía responsable, asistiendo al espectáculo insólito de que Alemania, el BCE y el FMI se echaban las culpas unos a otros. Esa ha sido la peor, pero la más fidedigna, metáfora de la Europa que padecemos.