Europa no puede seguir así

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Los datos de la evolución del producto interior bruto de la Unión Europea, y muy especialmente de los estados de la zona euro, en el segundo trimestre del 2014 son descorazonadores. Alemania, la locomotora de la economía europea y autora intelectual de la política económica desde la crisis del 2008, ha visto como su ritmo de crecimiento se frenaba hasta perder un 0,2%. Francia e Italia están en una situación semejante, y   solamente España y Portugal, alumnos aventajados de la cancillera Angela Merkel, dan algún síntoma de vitalidad con crecimientos de poco más de medio punto. Este panorama deja claro que la política económica de la eurozona necesita un replanteamiento, incluso desde el punto de vista de quienes puedan pensar que la austeridad era imprescindible para salvar la moneda única tras la crisis griega. Pero hoy, solo con austeridad no se remontarán las cifras de paro, la senda imprescindible para estimular el consumo y volver a tasas de crecimiento positivas.

Este otoño confluirán una serie de circunstancias que pueden impulsar un viraje de esta política, que ahora lleva inevitablemente a la recesión acompañada de la temida deflación. El buen funcionamiento de la gran coalición en Alemania, junto con los malos datos de este segundo trimestre, pueden dar margen a Merkel para impulsar cambios, especialmente los que pueden beneficiar directamente a sus empresas, como sería la intervención del BCE para depreciar el euro dentro de los límites de lo razonable, favoreciendo las exportaciones -seriamente tocadas en el 2014- sin disparar la factura energética. Igualmente, es urgente que las reformas anunciadas por Francia e Italia se hagan efectivas, puesto que hoy por hoy suponen para la eurozona un peligro similar al que representaban Grecia, Irlanda, Portugal y España al inicio de la crisis.

En el caso español, las buenas cifras en comparación con la eurozona no deberían llevar a engaño. El crecimiento es débil, la tasa de paro sigue disparada, la deuda pública también. Lanzarse a una rebaja fiscal en este contexto, con una previsible caída de las exportaciones por la recesión del conjunto, puede ser una temeridad. La nueva Comisión debería ser suficientemente fuerte como para cuadrar a todos, desde Merkel hasta Rajoy pasando por Hollande y Renzi.