Nuevas geoestrategias en la 'era Trump'

La Europa de Napoleón

Si dejamos volar la imaginación, tal como está la situación quizá no nos iría mal un acuerdo ruso-europeo

El presidente estadounidense, Donald trump, en el juramento del nuevo secretario de defensa, James Mattis.

El presidente estadounidense, Donald trump, en el juramento del nuevo secretario de defensa, James Mattis. / periodico

AGUSTÍN ULIED

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Nunca antes un inquilino de la Casa Blanca había puesto en causa el sistema de alianzas internacionales y, en consecuencia, el orden mundial establecido, como lo está haciendo Donald Trump. Desde la presidencia de Ronald Reagan, ya se observaba una cierta inflexión del compromiso transatlántico, pero el nuevo presidente estadounidense culmina esta tendencia. Todo parece indicar que la escena internacional estará dominada por EEUU, Rusia y China. Europa quedará al margen.

Concretamente la afirmación "Europa es un gigante económico pero un enano político"  si no le ponemos remedio, en el mejor de los casos, se consolidará. La marginación de la UE de la escena internacional por parte de EEUU ha quedado de manifiesto con la actitud de Donald Trump al no haberse reunido, ni tenerlo programado, con el presidente del Consejo Europeo o de la Comisión, y proponer un embajador antieuropeo para la UE.

PROTECCIONISMO Y TERRORISMO

Durante la campaña electoral, Trump dejó claro que su política exterior iba a girar en torno a dos ejes: el nacionalismo económico y la guerra contra el terrorismo islámico. Observamos un cambio de gran trascendencia para Europa ya que las relaciones transatlánticas, en los últimos años,  han estado centradas en tres pilares: la defensa (OTAN), el comercio (TTIP) y la lucha contra el terrorismo.

Respecto al área de Defensa, Donald Trump ha pedido a los países europeos que aumenten sus contribuciones al funcionamiento de la organización. ¿Y si no lo hacen? ¿Dejará que la OTAN se debilite frente a la amenaza rusa?

En lo que concierne al comercio, las negociaciones del Acuerdo de Comercio e Inversión (TTIP) están en punto muerto y es difícil que se reactiven conociendo la actitud de Trump hacia el libre comercio. El proteccionismo del nuevo dirigente norteamericano hará cambiar las políticas librecambistas, no solo de los estados europeos, sino también del resto de países del mundo.

ISLAMOFOBIA

En relación al terrorismo, todo señala que Trump pedirá a los europeos una mayor implicación, especialmente en lo que se refiere a los servicios de información. Este aspecto podría ser positivo si desemboca en la creación de una agencia europea que coordine los servicios nacionales de inteligencia. Con ella, los últimos atentados terroristas podrían haberse evitado. Sin embargo, la política islamófoba, lanzada por Trump, ha sido duramente rechazada por los principales países europeos. Por ello, es difícil que en la lucha contra el terrorismo (si se incluye a Irán) se puedan conciliar las posturas de unos y otros.

¿Hacia dónde debe mirar la Unión Europea? ¿Hacia Rusia? ¿Hacia China?

No deja de sorprender que China se haya convertido en el paladín del libre comercio y el máximo defensor de la globalización. En Davos, Xi Jimping, fue vitoreado por la élite del capitalismo mundial. Esto coloca a China en el lado opuesto a Trump y mucho más cerca de la UE. Probablemente, la advertencia más contundente de Xi Jimping, dirigida al presidente norteamericano, fue que "nadie saldrá vencedor en una guerra comercial".

Sin embargo, el propio presidente chino predica un mercado abierto mientras que su propia economía está sujeta a severos controles. Si a la libertad de comercio, añadiera su voluntad de respetar el cumplimiento de los acuerdos de París sobre cambio climático, la UE podría tener en China un buen aliado.

VIENTOS FAVORABLES A MOSCÚ

En este contexto, soplan vientos favorables para Moscú y presionará para que le sean levantadas las sanciones impuestas, ahora que en la Casa Blanca se sienta un presidente con el que quiere mantener una buena entente. También ha mejorado las relaciones con vecinos como Turquía.

El problema de Rusia está en su economía: con incertidumbres económicas estructurales y una excesiva dependencia de la energía y de la exportación de armas. El mayor de los riesgos sería que Rusia continuase entrometiéndose en la política interna de los países europeos, poniendo a prueba el grado de compromiso entre los miembros de la OTAN. Puede ser tentador, pero también puede ser que los peligros que ello conlleva le hagan desistir.

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Si dejamos volar la imaginación, tal vez no nos iría mal un acuerdo ruso-europeo. Si la UE contara con los recursos de Rusia, podríamos formar una gran potencia en el mapa mundial. La capacidad de gestión y de innovación tecnológica europea, añadida a las materias primas con que cuenta Rusia, nos haría aparecer no solo como un gigante económico sino también político.

Al final, simplemente, sería hacer realidad el sueño de Napoleón. ¿No creen ustedes?