MIRADOR

Europa Europa o Catalunya Catalunya

JOAQUIM COLL

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Lo explicaba este martes el profesor Carlos Losada en EL PERIÓDICO sobre si valía la pena votar el día 25. «No nos dejemos enredar ni por la pereza ni por los localismos: nuestros problemas se resuelven en una Europa que haga políticas de calidad», concluía. Lo sucedido estos años ha puesto de manifiesto dos cosas esenciales: hemos tomado conciencia de que la economía se decide en Bruselas, pero al mismo tiempo de las importantes insuficiencias democráticas en la toma de decisiones que nos afectan cada día. Todas las elecciones son importantes, pero estas próximas son decisivas. Su resultado empujará o no la unión fiscal, imprescindible para evitar el fraude, los paraísos fiscales o el abuso de las grandes compañías que apenas pagan impuestos en perjuicio del resto y de las bases económicas del Estado del bienestar. Sin unión fiscal tampoco dispondremos de un presupuesto europeo integrado que desarrolle políticas a favor del empleo y los jóvenes, la investigación o que pueda financiar las grandes redes transeuropeas. El retraso hasta el 2016 de la tasa Tobin, un impuesto a las transacciones financieras, así como la rebaja de sus objetivos recaudatorios debido a las presiones de la City londinense y de los mercados bursátiles, subraya la urgencia de un impulso político que, en primer término, solo puede venir de la movilización ciudadana en las urnas.

Mientras, la campaña que se inicia en Catalunya va a estar condicionada por unos discursos muy alejados de esa auténtica disyuntiva. El juguetito de la consulta nos va a tener ensimismados. Que el candidato de CiU, Ramon Tremosa, diga que «la UE sabe que no puede perder a Catalunya porque si no el sur se descuelga y el continente se rompe», indica que no me equivocaba hace unos meses cuando, sirviéndome de una metáfora, alerté de los efectos alucinógenos de un proceso que confunde los deseos con la realidad. Pese a toda la propaganda, el candidato liberal a presidir la Comisión, el belga Guy Verhofstadt, se desmarcó hace unas semanas de las pretensiones de CDC y en el manifiesto electoral de sus socios europeos no hay ni media palabra sobre la consulta.

Además, en cuanto alguien se lea en Bruselas, París o Berlín el programa de la fuerza que puede ganar esta vez las elecciones en Catalunya, ERC, verá que el proceso secesionista contiene una pulsión desestabilizadora que va más allá de España. Se afirma que la futura república otorgará la nacionalidad catalana a todos los ciudadanos de los Países Catalanes que lo deseen y apunta la introducción de una cláusula de reunificación territorial, que afecta también a Francia e Italia. Si el día 25, en lugar de enviar un mensaje claro que diga Europa Europa, muchos se refugian en el Catalunya Catalunya, nos van a dejar por imposibles.