Europa se equivoca

JOAN GUIRADO

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Cuando este mismo domingo por la tarde, antes de que cerraran los colegios electorales del referéndum griego y como un gesto a la desesperada para intentar pescar algún voto más para el Sí, la canceller alemana Ángela Merkel y el presidente francés François Hollande, anunciaban una reunión entre ambos para la mañana del lunes en París con el fin de abordar el tema griego, volvían a demostrar que no han entendido nada de la película. Los dos, lejos de Grecia quieren sentarse para hablar y decidir sobre los griegos pero sin los griegos. De ahí la desafección que en los últimos meses ha revolucionado Atenas y que cada día que pasa se contagia a más países de la Eurozona. Esto sólo ha hecho que empezar. Me atrevería a decir que esto empieza hoy. Y España, más pronto que tarde aunque no le guste nada a Rajoy ni a otros políticos españoles, también tendrá que hablar y fuerte. Y al final imponerse.

Europa ya no es lo que era en la década de los setenta y ochenta. Como los países que la conforman tampoco son iguales. La sociedad ha avanzado y cambiado, y aquel instrumento de transformación ha quedado ya desfasado. Hay una dicha que dice que "la unión hace la fuerza", pero en el caso europeo en los últimos años mucho me temo que esto no ha sido así. Tal vez, eso sí, porque lo único que tiene de unión Europa es el nombre. Sobretodo cuando como en la reunión convocada para mañana, dos líderes de dos países de los 27 se creen capacitados para reunirse en solitario y decidir qué hacer al margen de las instituciones europeas. La posición de Merkel y Hollande, más allá de un insulto al pueblo heleno, es una desconsideración al Parlamento Europeo, la única institución comunitaria que tenemos la oportunidad de votar todos los ciudadanos.

Después de lo que ha pasado en las ultimas horas en Grecia, lejos de hacer una autocrítica y reflexionar sobre cuál es el camino que debe seguir la Unión Europea, los representantes de las grandes potencias continúan campando a sus anchas. Se creen, aún hoy, los dueños del mundo. Y las cosas no van así. Europa, pero sobretodo los ciudadanos, nos la estamos jugando.