MIRADOR
Europa, a un mes de decidir
El destacado catedrático Fernando Guirao, experto en historia de la integración europea, subraya en algunos artículos recientes dos reflexiones que me parecen pertinentes comentar cuando falta solo un mes para las elecciones del 25 de mayo. Primero, que el europeísmo simplista al que casi todos nos hemos abonado en algún momento, sobre todo al principio y hasta la creación del euro, no tiene ya ningún espacio electoral. Y segundo, que el crecimiento de los partidos llamados populistas y antieuropeos, que podrían ocupar hasta una quinta parte de los escaños en el nuevo Parlamento, ha de ser visto no solo como un peligro a demonizar sino como un serio aviso. Porque obliga al resto de fuerzas a tomar conciencia de que el proyecto europeo será insostenible a largo plazo si los ciudadanos siguen sin percibir sus beneficios y si tampoco son conscientes de los enormes costes que para todos tendría la hipótesis de la desintegración. No se puede mucho tiempo más seguir ahondando en la crisis de legitimidad en la toma de aquellas decisiones europeas que afectan al núcleo de las políticas económicas y sociales.
Como se viene explicando desde hace meses, estas próximas elecciones tienen una novedad relevante: vamos a elegir entre candidatos a dirigir la Comisión. Aunque el ejecutivo de la UE va a seguir siendo el resultado del consenso entre las grandes fuerzas políticas y los gobiernos de los 28 Estados miembros, quien presida la Comisión podrá marcar la agenda e imprimir su liderazgo. Y en ese punto no es lo mismo el socialista alemán Martin Schulz que el democristiano luxemburgués Jean-Claude Juncker, los únicos que tienen posibilidades de alcanzar ese puesto, con unas encuestas que hoy reflejan un ajustado empate entre esas dos grandes familias políticas.
El primero es un apasionado defensor de lo europeo frente a lo nacional y militante convencido de que Europa debe volver a sus valores originales. Es la antítesis de Angela Merkel y un duro crítico de la especulación financiera como causa de nuestros males. El segundo es también un europeísta nato, muy ducho en alcanzar equilibrios, pero señalado como corresponsable de la crisis porque estuvo ocho años al frente del antipático Eurogrupo, desde donde se destacó por pedir continuados ajustes a los gobiernos. Hoy sigue siendo un enérgico defensor del control sobre el gasto público.
Estamos a solo un mes de unas elecciones trascendentales para la construcción europea. Habiendo dejado atrás la brutal recesión, los europeos tenemos la obligación de darnos otra oportunidad para dar coherencia a un proyecto político sin el cual no tenemos mucho futuro. La Europa social y federal no está a la vuelta de la esquina; para llegar hace falta primero estar en el camino.
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