Euroescépticos, críticos y soberanistas

XAVIER GINESTA

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Las primeras señales de alarma me llegaron por las redes sociales, en el aeropuerto de Sevilla. De hecho, en el mismo momento que media Europa se estremecía porque las 'exit polls' francesas daban la victoria al Frente Nacional, yo embarcaba en un avión. 'Le Monde' 'Le Figaró' alertaban que Francia se estaba rebelando contra la vieja guardia –como así fue–, contra el 'statu quo' o el 'establishment', como le quieran decir. Un nuevo batacazo para la política de Hollande, que ni con el giro social-liberal encarnado por Manuel Valls parece convencer a su electorado. Entre los muchos comentarios que despertaba la noticia, un twitt de la amiga Carme Colomina viraba el foco de atención hacia Grecia: Syriza podría ser la primera fuerza política, también según las encuestas a pie de urna. No falló.

Europa ha hablado en las urnas, que según dicen todos los candidatos, "nunca se equivocan". Si es así, entre todos tendremos que hacer una reflexión sobre lo que está pasando en la Unión Europea. Mientras las semanas previas a estas elecciones Ucrania casi vivía una guerra civil entre pro-rusos y pro-europeos, los resultados electorales han dejado un panorama agrietado en el interior de la Unión. Una Eurocámara que ha girado hacia el escepticismo. Francia quiere recuperar la 'grandeur' fomentando el orgullo patrio, Grecia está hasta la coronilla de la tutela alemana y los británicos cada día son más reticentes con la UE –el Partido por la Independencia del Reino Unido (UKIP) ha sido la fuerza más votada–. La crisis económica, la tensión de los rescates y la disciplina merkeliana han creado anticuerpos, que se añaden a la persistente lejanía de unas instituciones europeas que son incapaces de poderse explicar con claridad ante los ciudadanos, por mucho que el 80% de leyes estatales son producto de las transposiciones de directivas europeas. En el sur de España, que frecuenté el fin de semana electoral por motivos profesionales, el tiempo acompañaba para tostarse en las playas de Cádiz y de Huelva, que para muchos era más motivador que visitar un colegio electoral.

Resaca electoral

Después de estas elecciones europeas, también el mapa político de España difícilmente volverá a ser el que era. Por un lado, el bipartidismo ha acabado –como bien rezaba Albert Rivera (C's) después de colocar 2 eurodiputados en Estrasburgo– y la victoria pírrica del Partido Popular debería hacerles reflexionar sobre qué está fallando. Por el otro, el castigo al 'establishment' ha hecho aflorar nuevas opciones, a derecha e izquierda de los dos grandes, que debutarán en la política europea fiscalizando el diktat alemán (y el seguidismo que hace Rajoy). En Catalunya, en pleno debate soberanista, ya desde media tarde la miraba más local se felicitaba por el incremento, alrededor de 10 puntos respecto a 2009, de la participación. De hecho, era también uno de los primeros titulares de alguna edición digital de periódicos editados en Madrid (¿miedo?). Este incremento se puede entender por el contexto que vive el Principado, marcado por una efervescencia política que ha situado el debate Catalunya-España-Europa en el centro de la campaña electoral. Si no, vean los lemas de campaña de los principales partidos soberanistas, verdaderos ganadores de las elecciones a nivel autonómico: el 61,1% de los votos fueron a parar a partidos o coaliciones pro-consulta (ERC, CiU, ICV-EUiA, Podemos, Primavera Europea y EH Bildu-BNG ).

Doble eje catalán

Catalunya, siempre necesitada de posicionar el electorado en el doble eje (centro- periferia, capital-trabajo) vivió una jornada electoral con la vista puesta en el 9N, y con la voluntad de fiscalizar el liderazgo de Artur Mas. Pero un análisis más profundo de los resultados –y evidenciando sobretodo el triunfo histórico de Esquerra– incluso nos presenta una CiU que ha aguantado el tipo (ha subido 110.000 votos absolutos) junto a dos formaciones (republicanos y ecosocialistas) que han tenido resultados admirables, pasando del 9,2 al 23,66% de los votos los de Oriol Junqueras y del 6,08 al 10,30% los verdes. Para todos ellos, pero, la euforia no puede ser absoluta. Si bien el proceso no tiene marcha atrás (y Europa deberá tomar nota de ello), también en Cataluña la participación no superó el 50%. Los partidos pro-consulta todavía tienen mucho trabajo por hacer.