Análisis

Esto no va sobre Grecia

Los griegos han creado un precedente en un año electoral en varios países espoleando las propuestas de política antiausteridad

RAMON RIBERA

Por qué confiar en El PeriódicoPor qué confiar en El Periódico Por qué confiar en El Periódico

El no griego ha legitimado democráticamente a un gobierno que ha conseguido cuadrar el presupuesto y logrado un superávit primario (austeridad sin empeorar las cuentas); que ha incorporado en sus propuestas a la troika la modernización del Estado griego y las medidas menos clientelares con los oligopolios helenos de los últimos años; que está de acuerdo con los informes del FMI: la deuda es insostenible; que sus propuestas ya están asumiendo muchas de las demandas europeas; incluso que un ministro dimita para desatascar las negociaciones.

Por el contrario, si hubiera ganado el sí, probablemente Grecia acabaría con un gobierno dirigido por un tecnócrata con el apoyo del Pasok y Nueva Democracia, los representantes del capitalismo griego oligárquico. Su insolvencia contrastada en modernizar el Estado y lograr los objetivos fiscales ha sido notoria, a pesar de que las condiciones que ahora seguramente les hubiera ofrecido Europa no parecen la solución.

En otras palabras, la negativa a aceptar ofertas del gobierno de Syriza no tiene nada que ver con las medidas propuestas por el gobierno. De hecho, con todas las dudas y prevenciones, la victoria del gobierno de Syriza es la mejor opción para mantener a medio plazo a Grecia en la Eurozona, modernizar el Estado y moderar el impacto de la crisis sobre la población con menos recursos. Pero para las élites europeas esta crisis hace tiempo que ha dejado de afectar solo a Grecia. La victoria del no ha sido el catalizador para que se hagan evidentes los límites y contradicciones del modelo europeo. Es por ello que las respuestas de la troika, tanto conjuntamente como por separado, serán tomadas pensando más en el resto de Europa que en los griegos.

Grecia ha plantado cara de forma rotunda contra los planes de la troika mediante las urnas. Ha creado un precedente en un año electoral en España, Dinamarca, Finlandia y Portugal, espoleando las nuevas propuestas de políticas antiausteridad. Este contagio da más miedo al Ecofin que no el del Grexit. Una respuesta contundente contra Grecia enviaría un mensaje claro de que no hay alternativa ni los ciudadanos pueden decidir. Pero precisamente este mensaje en Grecia ha tenido el efecto inverso. ¿Pasará lo mismo en otros países?

Cada vez hay más voces que dicen que lo que hay que hacer es provocar que Grecia deje la Unión Monetaria. Se argumenta que el riesgo de contagio a corto plazo es limitado y que daría homogeneidad a la Eurozona. Pero esto oculta el problema real: el fracaso económico y político de la actual integración monetaria. ¿Qué pasará con la próxima crisis si se ha dejado caer a Grecia?

En los próximos días veremos una escenificación de posicionamientos y declaraciones en torno a estos ejes. Serán sobre Grecia, pero también sobre el futuro de Europa. Veremos si catalizan cambios lampedusianos, si serán la chispa para que las cosas cambien para que todo cambie o continuará imperando el actual status quo. El principal indicador del futuro vendrá por la respuesta del BCE y si se consigue que el día 20 de julio Grecia pueda volver 3.500 millones. Mientras tanto, Grecia sigue siendo un país en quiebra y Europa como proyecto neoliberal también lo está. «Lo importante no es la caída, sino el aterrizaje». El suelo empieza a estar más cerca.