tú y yo somos tres

Esto se arregla compartiendo retrete

Thais con Merceditas ('El intermedio').

Thais con Merceditas ('El intermedio').

ferran Monegal

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Ha sido tan glorioso el éxito del combo musical '<i>Amigos para siempre',</i> que protagonizó toda la 'troupe' de 'El intermedio' (La Sexta), que se ha irradiado una atmósfera de desbordante cordialidad y simpatía. Algunas fuerzas vivas de la intelectualidad, el arte, la política y el periodismo se han reunido en un restaurante de la Plaza Mayor de Madrid para escenificar un esperanzador clima de fraternidad y buen rollo entre España y Catalunya, entre Barcelona y Madrid. Thais Villa estuvo allí, entrevistando a los asistentes (Serrat, Sardà, Gabilondo, Almedia, Carmena, Barceló, Wyoming...), pero la más interesante fue la que le hizo a <b>Merceditas Milá</b>, que fue de un surrealismo muy disfrutable y útil. Le preguntó Thais si sería buena idea encerrar a Rajoy y Puigdemont en 'Gran Hermano' para así, entre 'edredoning' y 'edredoning', conseguir que brotase entre ellos un amor, un cariño. Y Merceditas respondió: «Lo del 'edredoning' no lo veo, pero meter a los dos en '<strong>Gran Hermano'</strong> ¡síííí! Ducharse en la misma ducha, esperar para cagar en el mismo retrete... ¡Seguro que se entenderían muchísimo mejor!». ¡Ahh! Es una idea brillantísima. Sobre todo lo de cagar juntos por turnos. Eso une mucho.En lagran Historia del mundo se han dado casos de extraordinarias alianzas surgidas en un cagadero común.

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Uno de los más famosos ocurrió en El Vaticano en 1493. Aquí se lo conté en enero del 2013 a raíz de una escena de la teleserie '<i>Els Borja',</i> que estaba emitiendo entonces TV-3. El Papa Alejandro VI llamó al poderoso milanés Ludovico Sforza para negociar el reparto de Nápoles. Y le recibió sentado en la letrina cagando como un descosido. ¡Ah! Aquel pacto de la letrina fue un éxito absoluto. Algún historiador heterodoxo contó después detalles poco conocidos de aquella negociación. Al parecer, el Papa quedó tan satisfecho que al acabar de evacuar le cedió el sitio a Ludovico para que también defecase a gusto. Otros en cambio apuntan a que Ludovico se sintió muy humillado por tener que negociar con un Papa sentado en el retrete. Pero que aguantó a cambio de llevarse su corrupto porcentaje, su mordida sobre Nápoles. O sea, que en este mundo de los poderosos el fin siempre justifica los medios, aunque los medios sean ventosidades por retambufa. Yo creo que en la Moncloa y en Bruselas deberían tomar nota de la propuesta de Merceditas.