Pequeño observatorio

Estar hasta las narices de las 'rajoyadas'

Ya no se inventan apelativos como antes pese a los excelentes dibujos de sátira política

JOSEP MARIA ESPINÀS

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Me pasó ayer. No encontraba una de mis pipas. Tengo bastantes, algunas las he comprado y otras me las han regalado. Pero desde hace ya bastante tiempo estos regalos se han acabado. Solo un amigo ha sido capaz de llevarme una, y me ha parecido que el gesto tenía mucho mérito teniendo en cuenta la campaña contra el tabaco. Pero él sabe -es un médico razonable- que a un viejo que se encamina hacia los 89 años lo que le puede hacer daño -físico o psíquico- es alterarle las costumbres. Su consejo me parece inteligente: «No toques nada de lo que haces. Si has llegado hasta aquí...» (esto es compatible con mi creencia de que es mejor que los jóvenes no empiecen a fumar.)

Pero yo no quería alargarlo tanto. Solo pretendía decir que hay bastante gente enfadada, por una cosa o por otra. Precisamente, los fumadores no pueden empipar-se mucho porque se exponen a que la pipa les caiga de los labios. ¡Y cuántas expresiones hemos creado para indicar este estado de ánimo! Las más populares: indignado, irritado, enojado y emprenyat, una palabra que ha cogido fuerza y que algunos, o bastantes, castellanohablantes que viven aquí utilizan con toda naturalidad: «empreñado».

Las frases con este sentido son diversas y curiosas: «Estoy hasta las narices», «estoy hasta el moño...». Soy incapaz de explicarme cómo y por qué nacen estas expresiones. ¿Quién fue su inventor? Creo que estamos perdiendo la creatividad en el ámbito de la lingüística popular. El presidente español dijo una rajoyada. El proceso contra un gran estafador es una tortugada tortugadaporque va lentísimo.

Hoy hay excelentes dibujantes satíricos sobre política. Pero tengo la impresión de que ya no se inventan tantos apelativos como antes, quizá porque nacían en unas interminables tertulias de café de unos intelectuales... Plataformas de ironías y sarcasmos.