La rueda

Estamos perdiendo los papeles

RAMON FOLCH

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The Washington Post informa de que John Russell Houser, el hombre que disparó indiscriminadamente sobre los espectadores de un cine de Lafayette (Luisiana), sostenía que la gente gastaba demasiado dinero en sus mascotas y por eso mató a palos a su gato enfermo. El diario se escandaliza. Yo también, pero no olvido que aquí hemos asfixiado a las camadas de las gatas durante generaciones.

Simultáneamente, la prensa europea ha difundido los datos de la Agencia para la Gestión de Fronteras Externas de la UE sobre la inmigración ilegal de refugiados sirios y africanos en general. De enero a julio, a las islas del Dodecaneso han llegado más de 79.000 personas, y 67.000 más a Lampedusa y otros puntos de la Italia meridional. Casi 150.000 desesperados inmigrantes irregulares en solo medio año únicamente en Grecia e Italia hacen pensar que los 276.000 llegados a toda la UE en el 2014 pronto parecerán pocos.

Desde que comenzó el fenómeno de las pateras, han muerto ahogadas en el Mediterráneo unas 20.000 personas. Quienes éramos tildados de augures exagerados cuando vaticinábamos inmigraciones masivas nos hemos quedado muy cortos. Pero quienes nos desoían relativizan ahora esas cifras abrumadoras para no reaccionar de una vez, ni siquiera cuando la ola migratoria tumultuosa ya llega al canal de la Mancha. No podemos seguir ignorando estos movimientos migratorios masivos a vida o muerte. Las medidas adoptadas hasta ahora son represivas o tímidas (pero excesivas y favorecedoras del efecto llamada, según el presidente Rajoy). De reconsiderar el modelo productivo y redistributivo o de repensar el orden mundial, nada de nada. Ni la crisis, ni los miles de desplazados, ni los muertos por millares nos escandalizan lo bastante, por lo visto. Parece que los gatos nos ocupan más. Estamos perdiendo los papeles...