La rueda

Ya estamos en el negro porvenir

CARLOS ELORDI

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Un cronista del pleno de las Cortes del martes escribió ayer que salió de la sesión con la sensación de que el PP ya había ganado. Por la alegría que irradiaban sus diputados, que contrastaba con el compungimiento de bastantes de los del PSOE, porque parecía que la iniciativa de la reforma constitucional era suya y porque suyos eran los argumentos que se habían impuesto. Esas impresiones cuadran con la cruda realidad de la relación de fuerzas políticas que existe en estos momentos: el Gobierno socialista está acabado y la derecha tiene la sartén por el mango.

Las operaciones políticas y económicas que se están fraguando en estos momentos parten ya de eso. El pacto accionarial entre Sacyr y Pemex en Repsol sugiere además que en ese mundo se apuesta a queRajoyobtendrá la mayoría absoluta o, cuando menos, una victoria que le eximirá de pactos con los nacionalistas. La opción que le quedaba aRubalcabapara impedirlo, la de atraer votantes de izquierda, puede haber quedado seriamente dañada por la reforma de marras.

No tan obvio como ese aparece otro fenómeno: el de que la intervención de la economía española por parte de instituciones internacionales -el fantasma que los portavoces socialistas dicen que pretenden alejar- ya se está produciendo de hecho. Por iniciativa de esas instancias, nuestro gasto público ya está intervenido para que decrezca lo más rápido posible

-puede que no muy tarde llegue la hora de retocar el seguro de desempleo-, y también están preparadas las medidas que provocarán una reducción de los salarios reales. Solo falta la firma del nuevo Gobierno. Otras ya está en marcha, como la prolongación sine díe de la temporalidad laboral.

La cosa está tan hecha -queda por ver la intensidad y los plazos del proceso- que cabe concluir que la presión internacional no está destinada a salvar nuestra economía, sino a impedir que una suspensión de pagos por parte de España hunda al euro.