Geometría variable

El Estado de derecho y el atolondramiento

JOAN Tapia

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Las elecciones plebiscitarias, un invento mundial de Artur Mas para burlar la no autorización por Mariano Rajoy de un referéndum de autodeterminación, están generando fenómenos extraterrestres. El primero es que la lista independentista lleva en el cuarto lugar (Mas) al candidato a presidente, aunque el primero de la lista (Raül Romeva) haya dicho que eso no está claro. Que dependerá de los resultados. Claro, fue desautorizado inmediatamente tanto por CDC como por ERC -los patronos de la lista- pero sigue siendo el primero.

¡Curioso liderazgo el de un candidato que tiene que ir de cuarto y de un primero que es desautorizado tras su primera declaración! Es algo chusco.

Pero hay un asunto de fondo más grave. Todos los demócratas saben -y Mas y Oriol Junqueras lo son- que no hay democracia sin escrupuloso respeto al Estado de Derecho. No hay democracia si los gobiernos -o las mayorías- se saltan las leyes. Pues bien, la lista independentista defiende la calidad democrática de una Declaración Unilateral de Independencia (DUI), que es incompatible con la legalidad española.

Los juristas de la causa parece que salvan el obstáculo con el argumento de que la DUI se acogerá a legalidad catalana, vía la ley de transitoriedad que se hará tras el 27-S si gana la lista Romeva (¿la puedo llamar así?). Algunos analistas subrayan que en unas «plebiscitarias» no debería ser suficiente la mayoría absoluta sino que los independentistas deberían sacar el 50,01% de los votos. El razonamiento es correcto pero no es lo fundamental.

La legalidad

Lo esencial es que la DUI no solo violaría la ley española sino también la legalidad catalana. El Estatut que los catalanes nos dimos, y por lo tanto el que los catalanes tenemos como contrato de mutua confianza (no ninguna ley española ni ningún Estatut recortado), prescribe que toda reforma estatutaria precisa del apoyo de las dos terceras partes del Parlament. Los diputados establecieron esta prudente norma no por españolismo sino para evitar una reforma precipitada impuesta por una mayoría de 68 escaños. Tocar el Estatut -pensaron- es algo serio que precisa un consenso superior, una mayoría reforzada de dos tercios. Y eso lo votaron tanto Miquel Iceta como Mas. No Junqueras -entonces no era de ERC- pero si Josep Lluis Carod- Rovira y Joan Puigcercós. ¿Resulta que ahora CDC y ERC creen que una DUI es menos relevante que una reforma estatutaria? ¡Fuerte!

Pues así es. Se pretende violar no ya la legalidad española sino la catalana en aras del fin superior de la independencia. Y saltarse el Estado de Derecho por un objetivo superior tiene un nombre bastante feo. No creo que esa sean la intención de Mas y Junqueras. Lo que pasa es que piensan que la independencia se debe conquistar ya, rápidamente, porque ahora -con la crisis económica y de la democracia española mas la cerrazón de Rajoy- es el momento oportuno. No hay que dejar pasar la ocasión.

Son argumentos interesantes pero que chocan frontalmente con la prudencia con la que los parlamentarios catalanes (los nuestros) pactaron la norma de los dos tercios.

Pulsiones peligrosas

La prisa es mala consejera y el atolondramiento comporta pulsiones peligrosas. Sí, la destitución del director de Catalunya Ràdio, ocho días antes de que Mas disuelva el Parlament, es legal. Pero no indica fair-play, no inspira confianza en la calidad de un futuro país independiente. ¡Se parece tanto a las peores habilidades madrileñas! Porque el pecado de Fèlix Riera era militar en Unió, cuyo candidato, Ramon Espadaler, es contrincante de Mas (perdón de Romeva) en las elecciones del 27-S.