Análisis

«Esta maría sé que es buena»

Las plantaciones que van apareciendo son una actividad de lucro ilícito que va a provocar graves daños en la salud

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FRANCISCO PASCUAL

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Cultivo, autocultivo o plantación. Aquí probablemente radique el principal problema que se plantea con el cannabis, ya que las finalidades pueden ser muy distintas y también los conflictos que se presenten. Antes de nada es preciso partir de una premisa inicial: el cannabis, la marihuana, no es una sustancia inofensiva y tiene efectos directos sobre el sistema nervioso central.

Una vez dicho esto, diferenciaremos lo que puede ser un uso lúdico o recreativo de un uso medicinal, ya que sabemos que los efectos de esta planta, fumada, provocan sensación de relax, euforia, desinhibición o pérdida del sentido de la realidad en algunas personas, hasta el extremo de que puede ocasionar cuadros psicóticos. En otros casos, en cambio, se puede utilizar para la espasticidad muscular, para paliar el dolor o para calmar los vómitos, entre otros. Para ello no sería necesario fumar toda la planta sino más bien utilizar los componentes terapéuticos de la misma evitando el resto, que pueden provocar efectos indeseables.

MÁS BARATA QUE EN OTROS PAÍSES

Pero, claro, la marihuana está de moda: el tipo de semilla, su feminización, el cultivo rápido, de interior, con complejos sistemas de riego o incluso manipulado genéticamente. Pero alguien que pueda necesitar el cannabis para consumo propio no va a cultivar mil plantas, con toda la parafernalia de luces, calor y riego correspondiente; simplemente, se plantará una o dos plantas para su uso. El cultivo para fines terapéuticos podría estar regularizado por el Estado o por la industria farmacéutica para extraer la sustancia que tuviese utilidad terapéutica, como ya se hace en otros países.

Entonces ¿para qué las grandes plantaciones? Para enriquecerse. Las plantaciones que últimamente van apareciendo por distintos puntos de la geografía española, clandestinas, son realmente un delito para la salud pública. Es decir, estamos ante una actividad de lucro ilícita y que va a provocar graves daños en la salud. Se vende más barata que en otros países de Europa, la cultiva algún conocido y, como es una planta, se aduce el consumo de algo natural. «Esta maría sé que es buena», nos comenta quien la consume.

LA DROGA MÁS CONSUMIDA

Pero buena ¿para qué o para quién? ¿Para el que la cultiva, el que la distribuye o el que la fuma? Buena para quien hace negocio a costa de la salud de los demás, solo para él. Bueno, hasta que lo pillen con su delito, porque no creo que tenga escrúpulos quien cultiva o distribuye una sustancia que se ha convertido en la droga ilegal más consumida de nuestro país, con graves consecuencias entre los jóvenes.

No obstante, quien crea necesitarla para alguna enfermedad, que hable con su médico, que evalúe estrategias terapéuticas, que vea si esa parte de la planta está ya disponible en la farmacia, que evite otro tipo de efectos indeseables y que reciba la terapia que necesite. Pero procuremos no hacer rico a quien atenta contra la salud de los demás, y sobre todo no utilicemos sustancias que como el cannabis atentan contra nuestra propia salud.