Está claro: 2 de cada 3 españoles hemos vuelto a votar contra Mariano Rajoy y el PP

CARLES VIVANCOS

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Lo hicimos el 20-D y lo hemos repetido el 26-J. Somos los auténticos ganadores de ambas elecciones. Y las fuerzas políticas que nos representan deben concentrarse en buscar la fórmula para llevar a buen término el mandato público recibido. La democracia española es parlamentaria. Y no es una competición deportiva  donde basta tener un voto más que el siguiente más votado para ganar el derecho a formar gobierno.

No discuto que, como máximo exponente de la fuerza política más votada, Mariano Rajoy intente ahora encontrar los apoyos o fraguar las alianzas necesarias para formar gobierno. Algo que ha sido incapaz de hacer durante sus 56 meses de ejercicio autoritario del poder. Pero tiene la obligación moral de intentarlo en primer lugar. Como ya la tuvo el pasado mes de enero. Una vez planteada su propuesta, si no reúne los apoyos necesarios como parece va a suceder, debe ceder la iniciativa a otro. Para empezar a Pedro Sánchez, el líder de la segunda fuerza política más votada, que comparte con el resto de partidos y coaliciones presentes en el Congreso recién elegido una clara oposición a los modos y contenidos de la política lapidaria practicada por Mariano Rajoy y sus correligionarios.

La fórmula para que esta iniciativa de Pedro Sánchez sí funcione esta vez me parece sencilla. Un gobierno reformista moderado, encabezado por él mismo. Con algunos objetivos claros a medio plazo: reactivar la economía mediante la reforma razonable del PGE 2016 y con unos presupuestos del 2017 orientados en la misma línea. Derogación de las leyes más estúpidas implantadas unilateralmente por el PP. Entre otras la ley mordaza, la ley de educación, la reforma laboral... Por último, lo más importante: abrir el proceso de reforma constitucional que permita poner al día nuestras instituciones y que estas ganen en credibilidad. Una reforma constitucional que se oriente en sentido federal, para lograr un mejor encaje territorial, solucionando la financiación pendiente de las comunidades autónomas de forma equitativa. Una reforma que permita garantizar los derechos sociales que se ven repetidamente vulnerados como los de educación, sanidad y vivienda entre otros. Una reforma constitucional que profundice en la solidez de nuestra democracia con los ajustes necesarios en rendición de cuentas, separación de poderes y representatividad. Esto último quiere decir reformar las bases de nuestro sistema electoral.

Para investir a este gobierno no se necesita un pacto sino varios. Pactos bilaterales entre el PSOE y todos y cada uno de los partidos y coaliciones que deben darle apoyo: Unidos Podemos y sus confluencias, Ciudadanos, PNV.... Estos pactos obviamente no pueden ser contradictorios entre sí. Basta con que recojan, sobre los ejes antes  descritos, los matices que cada fuerza política concurrente necesite para dar satisfacción al compromiso con su electorado. Si no en todas las facetas de sus programas, por lo menos en aquellas que permitan lograr el objetivo principal: que los auténticos ganadores de estas elecciones tengamos el gobierno que nos merecemos y que hemos votado. Un gobierno que no nos mienta. Un gobierno formado por personas íntegras y competentes. Un gobierno que conduzca a España a un terreno de prosperidad para todos, diálogo y construcción de un espacio compartido.

Es decir, un lugar opuesto a donde nos han dejado Mariano Rajoy y los dirigentes de su partido.