Esposas vigiladas por el móvil

FERRAN MONEGAL

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Estos encuentros y conversaciones de Iñaki Gabilondo en el canal #0 de Movistar+ ('Cuando ya no esté') tienen la virtud de plantear y dibujar escenarios de un futuro mejor, analizando los errores que cometemos hoy en día. Esta semana, Iñaki ha viajado a Santiago de Chile. Se ha sentado en un salón de la Casa de la Moneda con la presidenta Michelle Bachelet. ¡Ah! Esa estancia en la que estaban fue bombardeada por el golpista Pinochet el 11 de septiembre de 1973. Hoy, 43 años después, está reconstruida. La Democracia lo ha hecho posible. Bachelet no habló en ningún momento del negro y turbio pasado que ella, su familia y su país, tuvieron que sufrir. Bachelet habló mirando hacia adelante. Reflexionó sobre el papel de la mujer en el futuro. Irradiaba optimismo, a pesar de las cafres circunstancias que todavía debe soportar el género femenino en pleno siglo XXI. Contó una anécdota, reciente, muy significativa. Explicó que no hace mucho viajó a Bangladesh para ayudar a un proyecto de empresariado femenino. Una forma de incorporar a la mujer a zonas que allí les son vetadas, como el mundo de la empresa. En un momento dado, llegaron a la lógica conclusión de que cada una debería tener un teléfono móvil. Y para ello tuvieron que pedir permiso a los maridos, porque allí son los hombres quienes deciden lo que pueden usar, o no pueden usar, sus esposas. Se produjo entonces un suceso meditable. Primero eran reticentes. La idea no les gustaba. Pero luego reflexionaron y abrazaron el proyecto con gran entusiasmo y alegría. Llegaron a la conclusión de que si la esposa tenía teléfono móvil, el marido podía tenerla mucho más vigilada y controlada. Las 24 horas del día.

ADIÓS AL 'TORTUGA NINJA' .- Parece ser que, a partir de septiembre, TVE no seguirá financiando las cabriolas de 'Águila Roja', el delirante 'tortuna ninja'. Lo celebro. El otro día los guionistas construyeron un diálogo entre Lucrecia y una humilde sirvienta a su servicio. Nos deslomábamos de risa. Lucrecia estaba mustia. Su marido, el sheriff Hernán Mejías, le da mala vida. Y la sirvienta, para animarla, le dijo: «Marquesa, todas las sirvientas de la villa la admiramos. ¡Usted es una mujer libre!», Y como ejemplo de lo que más han admirado de Lucrecia, señaló: «El día en que la pillaron a usted, con un esclavo negro, amorrada a su cachirulo». ¡Ahh! A partir de septiembre descansaremos. Será un gran alivio.