Españolismo de primera

TONI AIRA

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A menudo no hay que elevar la anécdota a categoría, sino buscar la categoría que hay de fondo en toda anécdota. El análisis de la política lo aconseja, tan planificada y estudiada como la tienen aquellos que se dedican a ella delante y detrás de las cámaras. Porque bajo el detalle aparentemente más insignificante siempre puede haber algo muy serio.

Aquí la anécdota. Hace unos pocos meses, en conversación con un dirigente del PSC y ante la desazón que me manifestaba por la incapacidad de su partido a la hora de proyectar un mínimo mensaje de renovación, se me ocurrió hacerle una broma para quitar hierro al momento: «Para empezar, mirad de renovaros un poco estéticamente. Poneos vestidos de corte moderno, corbatas delgadas...». Pero su respuesta, seria, me cortó la frase y me heló la sonrisa: «No, imposible, ese look ya nos lo tiene cogido Ciutadans». Lo vi claro. Ciertamente, los de Albert Rivera y Jordi Cañas les tienen la moral muy comida. Categoría. La misma que se esconde tras la anécdota del espectáculo de esta semana en el Parlament, con los diputados del PP aplaudiendo a Cañas y siguiendo a Rivera y los suyos en el abandono del pleno entre gritos y aspavientos.

Alicia Sánchez-Camacho y Enric Millo no estaban allí. ¿Qué habrían hecho, de haberse encontrado en la Cámara? Nunca lo sabremos. O sí, porque el PP catalán ya hace tiempo que disparó su tono y su gestualidad, muy especialmente a raíz del nacimiento de Ciutadans y su acceso al Parlament. A raíz de eso y de la ruptura popular con CiU, claro.

En Madrid, el PP cree que la ebullición del proceso soberanista en Catalunya es una bomba de relojería para los socialistas. Conclusión: ya les está bien «porque así el PSOE implosionará». Frase escuchada de boca de un muy alto dirigente de la FAES, el think tank conservador presidido por José María Aznar. Frase verbalizada en petit comité unas pocas semanas antes de que el PSOE presentara su manifiesto federalista en Granada, que en Catalunya no ha servido para frenar en absoluto el debate soberanista, pero que para los socialistas pareció gran cosa cara a intentar mantener la paz interna.

Las sucesivas encuestas, que demuestran que Ciutadans crece sostenidamente a base de antiguo votante de PSC y PP, no han hecho más que aumentar la ansiedad y el sentimiento de impotencia entre los socialistas, y han disparado el brío españolista de los populares. En definitiva, el tacticismo de unos (PP) y los intentos de otros (PSC) por satisfacer a todos (lográndolo con muy pocos) deja a Ciutadans lejos de la anécdota. Es serio. En Catalunya son españolismo de primera categoría.