Españolismo posmoderno

El líder de Ciutadans, Albert Rivera, en la plaza Catalunya durante los actos de celebración del 12-O.

El líder de Ciutadans, Albert Rivera, en la plaza Catalunya durante los actos de celebración del 12-O. / periodico

SAÜL GORDILLO

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El españolismo, en Catalunya, será posmoderno o no será. Tanto la intención de voto como el impacto mediático demuestran que entre el PP y C's, el elector catalán se siente cada vez más atraído por la novedad y la modernidad de los segundos. En la medida que el PP está asociado a la Marca España, con la erosión que supone el vínculo al Gobierno de Rajoy, el poder de atracción de los españolistas contrarios al soberanismo se desvía hacia Ciudadanos. 

El contrapunto españolista al independentismo, convertido en 'mainstream', no puede mirar más a la historia que al futuro. No puede recordar más a la fiesta de la Hispanidad que a una propuesta de futuro opuesta al independentismo pero igualmente cargada de ilusión. La cerrazón, el inmovilismo y el continuismo con el pasado no son las mejores armas para un españolismo que tiene el reto, nada fácil a pesar de la exhibición de este sábado, de movilizar a los que no quieren la ruptura entre Catalunya y España.

Si el PPC no se mueve, como intentó fallidamente Alicia Sánchez-Camacho con su tercera vía, el terreno que le queda a Ciutadans para seguir creciendo en las urnas es importante. Un 23% de los electores del PP confiesa, en el último CEO, que votaría a C's. Una fuga de votos del PPC a C's que es cero a la inversa, según la última encuesta del Govern. La competición entre los dos partidos en el frente españolista se debería traducir en una renovación y modernización del discurso pro-España en Catalunya. Los de Albert Rivera lo están consiguiendo, captando votante más joven y picando un poco del PPC (23% en intención) y otro poquito, menos de lo que parece, del PSC, con una fuga del 6%, según el CEO.

Mientras el independentismo refuerza su relato con las gestas históricas en los fundamentos del Born del 1714, al españolismo en Catalunya la historia no le aporta ningún ingrediente 'sexy'. Y el proyecto de futuro, si no es un poco rompedor, como pretende hacer Rivera, está condenado a la misma suerte que la tercera vía efímera de Sánchez-Camacho.