La España cutre

El bochornoso espectáculo del PSOE ha puesto al país al nivel de los grandes momentos de la política italiana

OLGA GRAU

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La cutrez se apodera de España para regocijo de aquellos que siempre advirtieron de que el ADN cañí es inmune a cualquier barniz. La imagen de militantes, simpatizantes o infiltrados podemitas agolpándose a las puertas de la sede del PSOE en Ferraz para apoyar a Pedro Sánchez contra Susana Díaz habla por sí sola. Como también la de los atribulados periodistas apostados a la puerta comiendo paella en plato de plástico suministrada por el dueño de la oficina inmobiliaria de al lado de Ferraz, ávido de publicidad gratis. 

El bochornoso espectáculo del PSOE ha puesto al país al nivel de los grandes momentos de la política italiana, como cuando el senador de la Alleanza Nazionale, Nino Strano, se comió en el Parlamento una mortadela embutiéndosela en la boca y descorchó champán para celebrar la caída de Romani Prodi en el 2008.

La cutrez no se limita a un solo reducto. La misma semana en que la valenciana Rita Barberá se ha dormido en su escaño en el Senado por el módico sueldo de 7.000 euros al mes, los imputados por las black de Caja Madrid han hecho cola en la máquina expendedora de sándwiches de la Audiencia Nacional para hacerse con un bocata. ¡Con lo que ellos habían sido!.

Al altivo Miguel Blesa le han tenido que explicar cómo funciona lo de poner monedas y apretar el botón. Acostumbrado a pasar la tarjeta ilegal de Caja Madrid con la que llegó a gastar 436.688,42 euros, lo de la calderilla se le va de las manos. Rodrigo Rato, más prevenido, ha llegado cada día a la Audiencia con un botellín de agua en mano y sus apuntes, presto se supone a dar explicaciones sobre los 2.162 euros que se gastó en cinco noches en clubes, bares y salas de fiesta a cargo de la tarjeta opaca (44.200 euros de gasto total).

Este reguero de anécdotas, por más hilarantes que resulten, dejan un sabor amargo. El de una España ingobernable en la que el principal partido de la oposición se desangra en una guerra intestina larvada desde la época de José Luís Rodríguez Zapatero, y en la que la corrupción de las black, Gurtel o la blackoperación Taula no pasa factura al PP. 

Y mientras Mariano Rajoy se fuma un puro contemplando el espectáculo en Ferraz, el desgobierno deja sin resolver los problemas que afectan el día a día de las personas. Ahí queda para quién le interese gobernar los cuatro millones de contratos temporales fraudulentos firmados en los últimos seis meses (el 90% de todos los realizados), los 1,1 millones de parados de larga duración sin ninguna prestación, el desfase del déficit que podría derrapar hasta el 5% este año y precipitar más ajustes sociales, y un largo eccétera que parece no importarle a nadie, excepto a los que lo sufren.

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