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Espacio partido por tiempo

RISTO MEJIDE

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Espacio partido por tiempo. No es sólo una definición. Es una fórmula. Y como tal se cumplirá el cien por cien de las veces. Y lo que es peor, la acabaremos sustituyendo aunque sólo sea mentalmente por el concepto resultante. Lo que viene siendo velocidad. Otra cosa más que en cuanto la definimos, en cuanto la ocultamos tras su correspondiente etiqueta, nos olvidamos de qué esta hecha. De dónde viene. Y por tanto, hacia dónde va.

Espacio partido por tiempo. Parece que parte del espacio ha salido a por más tiempo como quien baja a por más sal. Como quien se queda a media noche sin leche, esa pesadilla que tanto aterra a los americanos y yo jamás he acabado de entender. El espacio estuvo aquí, se encontraba tan tranquilo separando las cosas y de pronto se dio cuenta de que necesitaba más tiempo. Y a por ello que fue. El lugar al que se dirigió debe de ser de grande como el Gran Bazar, pues ahí caben todos los espacios que se han quedado sin tiempo, y encima se comercia a ritmo frenético de minutos y segundos. Dámelo ahora. Dámelo todo. Y dámelo ya.

Espacio partido por tiempo. Que alguien me explique por qué necesitaba más tiempo el espacio. Por qué no se conformó con el que había ya. Qué es lo que le movió a salir y a buscarse la vida. Y lo que es más importante, cuándo volverá. Esta realidad que se te ahoga por falta de espacio necesita de más oxígeno para respirar. Así que esperas que el espacio no tarde mucho en hacerte el recado, y que no se coma el tiempo por el camino, trayendo al final las clásicas barras despuntadas de pan.

Espacio partido por tiempo. Algo que está dispuesto a dividirse por otro algo. Siempre hay alguien dispuesto a dividirse por alguien más. Siempre hay como mínimo uno dispuesto a sangrar. Es el dilema del prisionero emocional. Todos jodidos en cuanto esto acabe, sí, pero tú un poquito más.

Ojo que hablamos sólo del espacio partido. El resto, el que se quedó aquí, no veía venir la catástrofe, o igual sí la vio y siguió exactamente igual. Fueron las consignas racionales que demandaban prudencia, esas que jamás quisiste escuchar. O igual fueron los servicios mínimos de esta huelga de espacialidad. El caso es que todo parecía más junto, más apretado, pero eso sí, coyuntural.

Un espacio, el que ocupábamos, se nos ha ido quedando dividido por cero. Y un tiempo, en el que estuvimos, que es ése justo que ahora ya no está. Como las promesas que nos hicimos todas juntas. Sin dejarles ni tiempo para respirar.

Por eso es gracioso escuchar ahora que sufrimos velocidades distintas. O incluso que igual cometimos un exceso de velocidad.

La velocidad no entiende ni cuánto espacio ni cuánto tiempo la conformaban. A ella, si recorristeis un espacio infinito en un segundo o un solo centímetro en cero, le da igual. Lo que le importa es el dato, el resultado, llegar con una cifra concreta al final.

Y cuando ya estás en ese final, cuando ya todo ha acabado, entonces te das cuenta de que lo importante era el espacio partido por tiempo.

Y no la velocidad.

por Risto Mejide