Pequeño observatorio

Ese mundo llamado tren

Desde los primeros ferrocarriles hasta hoy, la evolución del medio ha sido extraordinaria

Emily Blunt, en un fotograma de la película 'The girl on the train'.

Emily Blunt, en un fotograma de la película 'The girl on the train'. / periodico

JOSEP MARIA ESPINÀS

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Un buen titular de Julio Maya en el diario: «Los catalanes suben al tren». Una manera de hacernos saber que más de 110 millones de viajeros han utilizado el año pasado los servicios de Rodalies.

El tren es un invento vinculado al de la máquina de vapor, que fue extraordinariamente útil para la explotación minera en Gran Bretaña. Aunque tenía muchas limitaciones, porque si el tren giraba demasiado se producía el descarrilamiento.

Desde los primeros trenes hasta hoy, la evolución ha sido extraordinaria. El ferrocarril fue un signo muy representativo de la modernidad. Ahora hablamos del tren de Sarrià, pero tengo presente que en el chaflán de la plaza de Catalunya y la calle de Pelai el letrero anunciaba: Ferrocarriles de Sarrià.

Si no me equivoco, el primer trayecto relativamente largo que hubo fue el Barcelona-Mataró. ¿Alguien podía imaginarse entonces que un día se pondría en marcha el Transiberiano? La electrificación del trayecto fue una novedad que revolucionó las comunicaciones, y el progreso tecnológico continúa evolucionando.

Yo tengo algunas anécdotas de viajes en tren. Un día, viajando hacia París, el señor que se sentó frente a mí me pidió que le subiera la maleta al portaequipajes. Era un violinista famoso. Me lo pidió en inglés. Y cuando oyó que yo hablaba en catalán con mi mujer, me dijo: «¡Pero si yo también soy catalán!». Cosas del cosmopolitismo...

Ahora tiene mucho éxito la novela 'La chica del tren'. Desde la ventana ve a otra chica que... No contaré qué pasa. Pero sí quiero evocar aquellas despedidas desde el andén. Él que se va y ella que se queda. O a la inversa. Un abrazo interminable. Y el tren que no arranca... Y los pañuelos intentan volar como si fueran pájaros, pero que se quedarán en tierra. Y después de irse, más allá de la estación, un silencio largo, tal vez una lágrima escondida.