Escudo

La fiscalía catalana ha confirmado que los Mossos d'Esquadra, en caso de violencia machista, a diferencia de la Guardia Civil y la Policía Nacional, no pasan a los jueces ningún informe sobre el nivel de riesgo que corren las víctimas. Esa información es clave para dictar las órdenes de alejamiento. Después de que los jueces y EL PERIÓDICO denunciaran el caso, después de que los Mossos admitieran la queja y, más tarde, la Conselleria d'Interior lo contradijera, al fin el tema podría desencallarse en una reunión que, prevista para esta semana, aún se retrasará unos días. Mientras, el contador sigue corriendo. En el 2014, los jueces de Barcelona denegaron el 83% de las órdenes de protección de víctimas de violencia machista solicitadas por la fiscalía.

Hasta aquí, la burocracia, la denuncia y las cifras, pero si clavamos la mirada en la perspectiva de la víctima, si nos rodeamos del círculo de violencia que la asfixia, esta incomprensible omisión de los informes, sea por negligencia o por falta de recursos, es inadmisible. Cada semana, una mujer muere en España. Las órdenes de alejamiento no son un escudo invulnerable, pero son un recurso para mostrar a los agresores que su violencia no tiene lugar en nuestra sociedad. No hay espacio, no hay margen. Esos kilómetros de alejamiento son la distancia entre el bien y el mal, entre la protección de la víctima y su indefensión. Desdibujar esa frontera nos hace a todos más débiles.