Escenario congelado a la espera de elecciones

ORIOL BARTOMEUS

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Con un solo día de diferencia los periódicos El Español y 'El País' han publicado sendos sondeos de intención de voto en España, que coinciden en sus conclusiones principales. La primera es que los posibles resultados de unas nuevas elecciones aportarían diferencias muy pequeñas con los del pasado 20-D, lo que en principio (teniendo en cuenta lo arriesgado que resulta atribuir representación en un sistema de base provincial como España) no supondría una modificación significativa de la correlación de fuerzas en el Congreso de los Diputados.

Ahora bien, los dos sondeos coinciden en señalar claras diferencias por lo que respecta al apoyo a las principales fuerzas. En primer lugar, en caso de celebrarse nuevas elecciones Podemos obtendría un peor resultado del conseguido en diciembre (un 3,2% menos según El Español, un 4,6% menos según 'El País'), mientras que tanto C’s como IU conseguirían mejorar su resultado claramente (alrededor de tres puntos ambos, menos C’s según 'El País', que subiría un 5%).

Por su parte, ambas encuestas vaticinan un sensible empeoramiento del resultado de PP y PSOE.

Estimaciones de las encuestas publicadas desde el 20-D

La coincidencia general en las estimaciones de voto sigue la línea de la mayoría de encuestas publicadas con posterioridad al debate de investidura de Pedro Sánchez. En todas se repite un escenario similar: descenso significativo de Podemos y aumento de C’s y de IU. Claramente parece que las réplicas de la investidura frustrada del líder socialista continúan. Podemos paga por su negativa a dar apoyo al pacto entre PSOE y C’s, lo que favorece el trasvase de parte de su voto a IU, mientras que los de Albert Rivera sacarían rédito de su posición central y conciliadora.

Lástima que las dos encuestas publicadas este fin de semana no puedan recoger las reacciones de los votantes a la entrevista entre Sánchez e Iglesias del 30 de marzo, puesto que ambos trabajos de campo (electrónico el de El Español, telefónico en el caso de 'El País') finalizaron ese día. De aquí que se entienda mejor la coincidencia de las estimaciones de estos sondeos con los realizados después del debate de investidura. Lo mejor hubiese sido esperar a hacer las entrevistas la semana próxima, de manera que entonces sí se podría analizar el impacto del encuentro entre los líderes de PSOE y Podemos, sobretodo en el espacio de la izquierda, que muestra una intensa movilidad.

Diferencias de las estimaciones de las encuestas publicadas con el resultado del 20-D

Precisamente este espacio sigue viviendo en plena efervescencia, con IU como recolector de las simpatías, sobretodo de votantes de Podemos. Alrededor de medio millón de votantes del partido morado ahora votarían por IU, a tenor de lo publicado por El Español. Aún así, puede que este no sea un voto nuevo sino un apoyo que ya quería votar a IU el 20-D pero que acabó optando por Podemos porque tenía mayores opciones de obtener representación. Este medio millón, pues, podría responder a un cierto retorno de votante útil a su pertenencia de origen. Estaría por ver si unas nuevas elecciones romperían el maleficio de los de Alberto Garzón como fuerza deseada pero no votada, aunque es muy posible que su actuación previa a la investidura de Sánchez le haya granjeado nuevos apoyos entre la izquierda (además de darle una envidiable visibilidad).

Por lo que respecta a la otra pareja de baile de la izquierda, parece evidente que el debate de investidura ha favorecido al PSOE frente a Podemos, pero no en una magnitud relevante. Tanto el sondeo de GESOP para 'El Periódico de Catalunya' como el de El Español perciben un claro trasvase de voto de Podemos a los socialistas, pero al mismo tiempo se produciría un movimiento en sentido contrario. Ciertamente este último es de menor magnitud y por tanto el saldo de los trasvases cruzados es favorable al PSOE (en ambos casos alrededor de doscientos mil votantes), pero no consigue recuperar todo el voto cedido a los de Pablo Iglesias ni cerrar la hemorragia.

En el espacio del centro, donde compiten PSOE, C’s y PP, las cosas parecen más calmadas. De hecho, las estimaciones para el PP muestran una ligerísima bajada sin significación estadística ninguna. Los populares resisten, a pesar de haber quedado fuera del juego de negociaciones y acuerdos desde que Rajoy renunciara a la invitación del rey a someterse a la investidura. Incluso según los datos de El Español, C’s cedería a los populares más de doscientos mil de sus votantes del 20D (que compensaría con la ganancia de un número prácticamente igual de votantes populares).

Por lo que respecta a la pugna entre C’s y PSOE parece, según El Español, que su acuerdo para la investidura la ha dejado en tablas. Aún así, este es un espacio sensible a los movimientos, y sobre todo a las posibilidades de gobierno, puesto que una parta importante del voto centrista se decide en función de este elemento.

Por eso posiblemente la clave de todo el escenario esta en el PP y su pugna interna. Ahí está la posibilidad de romper los equilibrios que parecen conducir a una reproducción del resultado del 20D. El aislamiento de Mariano Rajoy y los suyos no le augura nada bueno entre este votante de centro, que se decide en base a las opciones de hacer gobierno. Si el PP se mantiene fuera de las negociaciones y no se percibe un cambio en su rol, es posible que el voto oscilante con C’s que finalmente optó por los populares el 20-D esta vez no haga caso de los cantos de sirena del voto útil y se vaya con Rivera. Sin este apoyo, la posición final del PP puede ser débil, aunque no se tema por su victoria.

En cualquier caso, los equilibrios en la izquierda y en el centro no están aún fijados y es muy probable que no acaben de cuajar hasta que estemos muy cerca de las elecciones… si es que hay elecciones.

¿QUIÉN QUIERE ELECCIONES?

Precisamente, todas las encuestas preguntan a los electores si prefieren un pacto o nuevas elecciones pero la experiencia nos dice que este enigma se resolverá no tanto en función de la voluntad de la ciudadanía sino de los incentivos de las diferentes fuerzas políticas. Así pues, solo se evitarán las elecciones si la mayoría de los partidos cree que éstas pueden perjudicarles. En cambio, si consideran que unas nuevas elecciones les beneficiarían maniobrarán para que éstas se realicen. La pelota está en su tejado, pero no está muy claro a qué quieren jugar.

IU parece el partido más favorecido en el caso de celebración electoral. Ahora bien, su crecimiento tiene una parte de virtual, ya que expresa más una intención de voto que un transvase de apoyo real. A IU le sigue fallando la ley electoral, que penaliza su representación, lo que tiende a una parte de su apoyo a optar por otras fuerzas colindantes (PSOE o Podemos) para maximizar su voto.

También a C’s le convendría una nueva convocatoria, ahora bien sólo si el PP no es capaz de renovarse y presentar un nuevo cartel electoral, sin Rajoy y sin ninguna sombra de corrupción. En ese caso los de Rivera podrían sacar partido de su rol de opción de centro sensata y nueva, recogiendo parte del voto que trasvasaron al PP en el último tramo de la campana y situándose más cerca de la tercera plaza que les auguraban las encuestas de noviembre y primeros de diciembre. Si, por otro lado, en el PP se produjera el golpe interno contra la vieja guardia, y pudiera presentarse como una opción renovada, es probable que C’s sufriera por asegurar su voto, teniendo en cuenta que la victoria popular se da por descontada.

Por lo que respecta al PP, necesita unas nuevas elecciones, tanto para Rajoy y los suyos como para los jóvenes que aspiran a desplazarle del mando. La situación actual de los populares en el escenario de pactos y acuerdos es insostenible. Ha quedado claramente fuera de juego, a pesar de ser la fuerza más votada y la que cuenta con más escaños en el Congreso. Los populares necesitan una nueva legitimidad para empezar de cero y deshacer las malas decisiones tomadas desde el 21D (sobre todo la renuncia a la investidura, una opción táctica de Rajoy que se ha rebelado infausta).

En el PP están convencidos, y no les falta razón, que volverán a ser la fuerza más votada en unas nuevas elecciones, y eso les va a proporcionar la centralidad necesaria en la nueva ronda de acuerdos (centralidad que perdió Rajoy con el rechazo al encargo real de presentarse a la investidura). Ahora bien, la clave está no tanto en el primer lugar como en la fuerza sobre la que se asentará esta victoria, y aquí puede haber disparidad de opiniones en el seno del partido. Si se presenta Rajoy en un ambiente dominado por los casos de corrupción (casos taula, púnica, gürtel) es probable que el resultado final sea peor el 20D y la posición de los populares, a pesar de quedar primeros, sea aún más débil, con lo que sus opciones de liderar la nueva ronda de acuerdos sean menores.

Aquí aparecen dos opciones para los jóvenes del PP. La primera era la de un golpe interno que llevara a un cambio de dirigentes y a una limpieza general del PP, lo que conferiría a una nueva convocatoria electoral un cierto aire de legitimación del "nuevo PP". El rechazo a la investidura de Rajoy y su consiguiente soledad parecía allanar el camino de esta opción, pero como es habitual en él, Rajoy ha resistido mejor de lo que sus enemigos esperaban (como ya pasó en 2008), incluso después de la ofensiva contra sus principales valedores, la vieja guardia del PP valenciano con Barberá a la cabeza. Entonces se abre paso la segunda opción, que es la de dejar que Rajoy se queme en unas nuevas elecciones y tumbarlo a posteriori con la excusa de un peor resultado electoral. El problema para los jóvenes del PP es que esta opción tiene evidentes riesgos, ya que un peor resultado electoral de los populares puede dar alas a sus contrincantes (claramente C’s) y no le asegura un rol central en la conformación de acuerdos de gobierno, además de perder el efecto legitimador que tendrían las elecciones en cas de dar el golpe antes de que éstas tengan lugar.

Aún así, como en política todo son vasos comunicantes, un reforzamiento de C’s en base al debilitamiento del PP podría, paradojas de la vida, hacer inviable un gobierno de izquierda entre PSOE y Podemos, sobre todo si estos últimos pierden fuerza en unas nuevas elecciones. Los de Pablo Iglesias podrían apostar por nuevos comicios incluso si sus pronósticos fueran a la baja, ya que el resultado global podría dejarlos como única oposición a un bloque moderado conformado por PSOE, C’s y el nuevo PP. Si C’s se alzara con la tercera plaza y en el seno del PP se emprendiera la renovación post elecciones, es posible que al PSOE no le quedara más remedio que aceptar un acuerdo entre moderados, con lo cual Podemos podría acaparar, aunque obtuviera menos representación que ahora, el rol de principal partido opositor, lanzando una opa al territorio del PSOE.

Teniendo todo esto en cuenta, es posible que el PSOE sea el único partido realmente interesado en mantener la actual legislatura, puesto que el actual equilibrio de fuerzas, junto a los tropiezos de Rajoy y la habilidad de Sánchez, goza de una centralidad que los resultados no parecían otorgarle. En un escenario como el que parece dibujarse en caso de nuevas elecciones, lo más probable es que los socialistas vuelvan a la casilla de salida. Ahora bien, tal como pasa en el PP, podría darse que dentro del PSOE no todo el mundo esté interesado en mantener el actual estado de cosas y prefiera unas nuevas elecciones que puedan desencallar la pugna interna por el liderazgo socialista.