Pequeño observatorio

Es pesado contestar 'no me interesa'

JOSEP MARIA ESPINÀS

Por qué confiar en El PeriódicoPor qué confiar en El Periódico Por qué confiar en El Periódico

Estoy en casa, solo, escribiendo un artículo. Suena el teléfono. Me levanto de la silla y voy a descolgarlo. «¿Diga?» Una voz femenina me pregunta: «¿Don José María?». Ya estamos, alguien que me quiere vender algo.

Ya tengo una larga experiencia de este tema. Antes, francamente, estas llamadas me irritaban mucho. Yo estaba enfrascado en el problema de construir unas frases, pensando si no sería mejor... ¡El teléfono! Hay gente que es capaz de continuar con lo que está haciendo aunque suene. Yo no, quizá porque soy de una época en que una llamada de teléfono era importante. En cualquier caso, el instinto te llevaba a contestar. Esta reacción automática no he podido evitarla.

«¿Don José María?», me preguntaba la voz. El hábito de responder lo tengo muy arraigado. Pero si antes, cuando me ofrecían algo caía en la trampa de escuchar, y si argumentaba con el no me interesa, gracias, la persona que me telefoneaba se disparaba como una máquina y me costaba mucho cortarla de una manera mínimamente educada.

Un trabajo ingrato

Ahora he aprendido a colgar después de decir «aquí no hay ningún José María». Ni con «don» ni sin, mujer. Nadie me dedica este trato. Por tanto, si no es un amigo o un conocido, es una vendedora profesional que trabaja en serie. Celebro que tenga trabajo, aunque sea ingrato.

Pero ahora estoy experimentando nuevas maneras de cortar tan rápidamente como sea posible. El 'no me interesa' lleva a la vendedora a preguntarme porque no me interesa esa oferta tan atractiva, y caigo en la trampa de argumentar. La discusión es muy pesada. Alguna vez había intentado contratacar. Cortaba su recitado programado diciéndole: «¿Cómo se llama usted? Es un nombre muy bonito. ¿Está casada? ¿Tiene hijos? ¿Le gusta más el vino blanco o el tinto?».

Pero he descubierto la forma más rápida para no perder el tiempo, ni ella ni yo. Le digo: «Don José María ha muerto». Espero que alguna vez, antes de colgar, me digan: «Lo siento mucho».