LA CORTINA DE HUMO

Error en el golpe

Ya hace demasiado que la causa soberanista se encuentra en un valle

TONI AIRA

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La afición catalana al pellizco de monja es de aquellas cosas que nos honra y nos flagela. Que nos describe pero que un día nos matará. Y es que el choque frontal no va con nosotros a diferencia de cómo pasa en las Españas, pero aquello de ir martilleando para dejar constancia que ahí estamos y que no comulgamos con algo es una de las formas de tortura más sofisticadas que se han inventado, y es nuestra. Su nombre popular es pellizco de monja y en la política catalana, de un tiempo para acá, desde que tuvieron que pactar y ser socios de legislatura, es lo que describe el proceder de Esquerra con CiU. Y tiene consecuencias lesivas.

En Derecho existe una expresión que en latín se llama aberratio ictus y que en castellano traduciríamos como «error en el golpe». Designa casos, en algunos delito de resultado, donde el sujeto dirige efectivamente su conducta contra un determinado objeto, pero no consigue lesionarlo, produciendo un efecto lesivo en otro objeto. ¿Verdad que lo ven? El otro objeto es el proceso soberanista. Porque incluso los más optimistas que están por la causa tienen que admitir que la cosa no pasa por su mejor momento. La relación CiU-ERC ayudó mucho a ello.

¿Es normal que en un proceso largo que ha demostrado no ser ningún suflé haya altibajos? Sí, totalmente. Pero ya hace demasiado que la causa soberanista se encuentra en un valle, y ya están a tocar unas elecciones municipales que dibujarán un mapa político en el territorio que marcará unos comicios del 27-S que los partidos soberanistas nos han dicho que son de una importancia plebiscitaria. ¿Y que hacen ellos para convencernos de eso? Y más concretamente, ¿qué hace ERC? Los republicanos dirán que aguantar a CiU, pero con eso no hay suficiente. Ni aguantar a CiU en el gobierno ni existencialmente no es suficiente si cada día tienes que estar dejando constancia del calvario que te supone y lo mal que lo llevas. No es suficiente para impulsar un mínimo estado de opinión proclive e ilusionante. La dialéctica de choque periódico, de desconfianza permanente entre los dos socios de gobierno, ha llegado a desesperar incluso entidades como la Assemblea Nacional Catalana (ANC).

Pero, ¿y dar algún motivo para animar al votante soberanista y al que no se considera como tal pero que podría abrazar la idea de la independencia si alguien en el otro lado estuviera mostrándole argumentos y no disputas estériles de las de siempre, en un momento en que nos habían dicho que faltaba mucha gente que era necesario movilizar? Eso sí que sería dar un golpe en la mesa que despertase al personal, no el constante «golpe por error» en la mejilla del otro, que tiene al proceso como lo tiene.