ERC echa el anzuelo en el río revuelto socialista

JOSÉ ANTONIO SOROLLA

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Con el fichaje del 'exconseller' socialista Ernest Maragall, que irá de 'número dos' en las elecciones europeas del 25 de mayo, ERC ha iniciado una operación que intenta ampliar su espacio político mediante el fichaje de exdirigentes del PSC y de figuras críticas con la actual dirección que aún militan en el partido de los socialistas catalanes. El primero en picar el anzuelo lanzado por el líder de Esquerra, Oriol Junqueras, ha sido el hermano del exalcalde de Barcelona y expresidente de la Generalitat, Pasqual Maragall, pero vendrán otros.

El fichaje de Ernest Maragall solo ha podido sorprender a los ingenuos que creían que cuando el 'exconseller' de Educació abandonó el PSC hace año y medio y fundó el grupúsculo Nova Esquerra Catalana (NEC) este nuevo partido iba a aglutinar a los sectores socialistas críticos seguidores del Cmaragallismo'.

De hecho, ningún dirigente crítico importante se alineó junto a Ernest Maragall. Ni los miembros de la corriente Avancem, encabezada por el diputado díscolo Joan Ignasi Elena, ni los integrantes de Agrupament Socialista, como el alcalde de Lleida, Àngel Ros, o la diputada crítica y 'exconsellera' de Sanidad en los gobiernos tripartitos Marina Geli, se fueron con Maragall.

El nuevo partido NEC renunció a presentarse a las elecciones autonómicas del 2012, y un año y tres meses después Maragall se integra en la lista europea de ERC en un pacto presentado como un acuerdo entre los dos partidos para ampliar el espacio transversal de la izquierda. Pero a nadie se le escapa que el chiringuito de Maragall, al lado de la pujante Esquerra, solo puede hacer, como mucho, el papel de guinda del pastel.

Próximos objetivos

El próximo objetivo de ERC es fichar al exdiputado Toni Comín, que acaba de darse de baja del PSC mientras negociaba con Junqueras su inclusión también en la lista europea como 'número tres', con la intención de, en caso de que Esquerra obtenga dos eurodiputados, repartirse el mandato de cinco años a partes iguales con Maragall. Comín ha renunciado finalmente a ir en la lista para que no se interpretara como un asunto personal, pero uno de sus próximos sí que se integrará en la candidatura de Esquerra.

Hijo de una de las leyendas de la lucha antifranquista, el dirigente del PSUC y de Cristianos por el Socialismo Alfonso Carlos Comín, Toni Comín formó parte de la plataforma Ciutadans pel Canvi, que acompañó al PSC en la época de Pasqual Maragall, pero hace meses que se había distanciado del partido y había fundado la asociación, también minoritaria, Socialisme, Catalunya i Llibertat.

La tercera en discordia en esta operación puede ser la 'exconsellera' de Interior y de Justícia Montserrat Tura, que sigue militando en el PSC aunque dejó de ser diputada y volvió a su trabajo de médica en el hospital de Palamós. Tura, que perdió frente al entonces alcalde Jordi Hereu las primarias para el Ayuntamiento de Barcelona, se ha enfrentado públicamente a la actual dirección y ha participado en algún acto público con Junqueras.

¿Asistimos a una operación para crear una nueva izquierda catalana o se trata simplemente de que los dirigentes soberanistas del PSC se integran en el partido al que les lleva por lógica la primacía que conceden al eje nacional sobre el eje social, los dos vértices sobre los que se mueve la política catalana? La respuesta, como diría Bob Dylan, está en el viento, es decir, es difícil de adivinar, pero el viento que sopla desde hace dos años en la política catalana tiene mucho que ver con ella.

ERC siempre ha querido convertirse en el eje de la izquierda 'nacional' catalana, de una izquierda autónoma, sin ningún vínculo con partidos 'hermanos' en el resto de España y sin supeditación a otras decisiones o acuerdos que no sean adoptados en Catalunya.

Es lo que intentó la Esquerra de Josep Lluís Carod-Rovira al priorizar el pacto con el resto de la izquierda (PSC e ICV) sobre el acuerdo nacionalista con CiU y formar el primer Gobierno tripartito en el 2003. Y es lo que intenta ahora la Esquerra de Junqueras con los fichajes de socialistas críticos. En el primer caso, se trataba de aliarse con el PSC para, a la larga, comerle terreno electoral y en el segundo se trata de aprovechar el lastre crítico y soberanista que suelta el PSC para fortalecer el ala más social de ERC, al tiempo que, por el otro extremo, Esquerra disputa el terreno a CiU.

Una ERC cambiante

La historia de ERC tras la recuperación de la democracia ha sido un carrusel de cambios de línea y de alianzas. En 1984, en las segundas elecciones autonómicas, los republicanos se hundieron pasando de los 14 diputados obtenidos en 1980 a 5 debido al pacto de Heribert Barrera con Jordi Pujol y perdieron casi la mitad de los votos (126.000 frente a 240.000). En 1992, Àngel Colom, ahora dirigente de Convergència, logró recuperar ERC y alcanzar 210.000 votos y 11 escaños, cifras que se mantuvieron hasta la explosión del 2003, cuando Carod-Rovira superó el medio millón de sufragios (544.000) y batió el récord con 23 diputados.

Pero la experiencia de los tripartitos volvió a sumir a Esquerra en la sima de la decena de diputados y de poco más de dos centenares de miles de votos (219.000), aunque dos años después, tras un cambio radical en la dirección, Junqueras rozó de nuevo el medio millón de votos (498.000), con 21 diputados, y las encuestas desde entonces colocan a ERC en un empate técnico como primer partido catalán junto a CiU.

La fuerza de Esquerra es indudable, pero ¿qué tiene que ver con la recuperación de la izquierda? Un exalto dirigente del partido confesaba en privado hace un tiempo a este cronista que Junqueras no es un hombre de izquierdas, sino lo que antes se denominaba "un patriota catalán". Católico y nada parecido a un político profesional, Junqueras conduce ERC con habilidad jesuítica, pero no hacia la izquierda.

¿Nueva hegemonía?

Desempeñando el insólito papel de aliado del Govern y jefe de la oposición a la vez, Junqueras optó al principio por un giro estratégico en ERC, que primaba la alianza con CiU, un camino que luego matizó, pero que no le ha apartado de su pacto con Artur Mas, cuyos últimos presupuestos ha apoyado. Esquerra ha respaldado los recortes sociales y ha rechazado en el Parlament diversas iniciativas del PSC y de ICV en temas sensibles para la izquierda.

¿Pueden los movimientos de Esquerra en el entorno del PSC convertirla en el nuevo eje de la izquierda catalana? Es muy dudoso.

En primer lugar, porque la política del partido republicano está bastante alejada actualmente de una política de izquierdas. En segundo lugar, porque la hegemonía de ERC supondría que una gran parte de la izquierda catalana que mantiene relaciones con partidos homólogos del resto de España (el PSC con el PSOE e ICV con IU) y que representa a sectores sociales contrarios a la independencia habría quedado fuera de la nueva centralidad soberanista o diluida en ella. Y eso, pese a la crisis del PSC y a la fractura que se augura en ICV, es mucho suponer.