El equipo que fue Jueves

La mejora del Barça se acentúa con la eliminación del Madrid, y el cambio de suerte pone de relieve las diferencias en el talante de uno y otro

Neymar, Messi, André Gomes y Suárez celebran uno de los goles del Barça a la Real Sociedad en la vuelta de los cuartos de Copa.

Neymar, Messi, André Gomes y Suárez celebran uno de los goles del Barça a la Real Sociedad en la vuelta de los cuartos de Copa. / periodico

JORDI PUNTÍ

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Quién lo iba a decir, pero de repente los partidos jugados en jueves son una extravagancia que al Barça le sienta bien. Los que estamos acostumbrados a ese ritmo binario trepidante (sábado-martes o domingo-miércoles) vemos el jueves como un día sin personalidad futbolística. Cuando yo era pequeño, el jueves era el día del baloncesto europeo, es decir, siempre veíamos al Real Madrid de Brabender, Corbalán y compañía. Años después la UEFA lo recicló como fecha para la Europa League y los jueves ganaron un poco de prestigio, quizá por eso la eliminatoria de Copa contra la Real Sociedad nos ha dejado un Barça con más autoestima.

Esta mejora del Barça, claro, se acentúa con la eliminación del Real Madrid frente al Celta de Vigo. Ya se sabe que la 'Schadenfreude' -la alegría que provoca la infelicidad de los otros- viaja en AVE y cuando el Bernabeu sufre, el Camp Nou se regocija, y al revés. Además este cambio de suerte pone de relieve las diferencias en el talante de uno y otro equipo ante las adversidades...

EL PAPEL DE LOS SECUNDARIOS

Los de Zidane vienen de batir el récord de partidos sin perder y lo han hecho con una plantilla masacrada por las lesiones (unas 30 solo en esta temporada), pero mientras ganaban, nadie dudaba del papel de los secundarios. Si el Barça viviera una epidemia parecida en la enfermería, aquí estaríamos pidiendo la cabeza de los preparadores físicos. La aprensión está en nuestros genes: se lesionan Iniesta y Busquets y los culés empezamos a temblar; hacemos cábalas con los posibles sustitutos y ninguno nos convence del todo.

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En cambio, el contrapunto lo ofrecen las reacciones a posteriori, que en el Real Madrid son más agrias y crueles. En la derrota se buscan culpables concretos, se crucifican carreras por un error puntual. De repente, Benzema ya no sirve, hay que traspasarlo, y de repente, también en el Barça, Denis Suárez ya se acerca al juego de Iniesta y, lo que es más importante, parece que se entiende bien con Messi.

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Son actitudes antagónicas. El aficionado del Barça tiene la ilusión de descubrir nuevas estrellas siempre que puede, sobre todo si antes pasaron por La Masia. Por contra, el Madrid desprecia a sus ídolos de la cantera y, cuando triunfan en el extranjero -como en el caso de Morata- los repatría para poder ignorarlos mejor. Así, en el rebufo de la eliminación, ya hay quien prefiere al joven Mariano antes que Morata.

El fútbol está tan loco que a veces solo se entiende desde la contradicción. Florentino basa el éxito de sus equipos en las individualidades, pero resulta que la continuidad se la daba la clase media, gente como Modric, Marcelo Casemiro. El proyecto de Luis Enrique se basa en el fútbol de control, pero su éxito llegó con un juego eficaz, de menos toque, y dejándose medio dominar por la Real Sociedad. Los de San Sebastián, por cierto, visitan hoy el Bernabeu y serán una piedra de toque para valorar el estado de ánimo del Real Madrid.

Todo es posible en esta Liga, pero como afirmaba el protagonista de 'El hombre que fue Jueves', la delirante novela de G.K. Chesterton: “La aventura puede ser una locura, pero el aventurero debe ser cuerdo”. No hay mejor inspiración para encarar lo que queda de temporada.