En primera persona

Enviado especial a la piscina

En mi idea de julio y agosto, aparecen conexiones con economistas en pantaloneta y con políticos morenos, muy morenos

Javier Clemente, este jueves en Gijón.

Javier Clemente, este jueves en Gijón. / pmv

CRISTINA PARDO

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Hace unos días le pedimos una entrevista a Javier Clemente para 'Al rojo vivo' (La Sexta) por la detención del presidente de la Federación Española de Fútbol. El exseleccionador nacional, que además aparece en el auto judicial como aparente conocedor de la compra de votos por parte de Ángel María Villar, aceptó encantado. Clemente ponía dos condiciones: la entrevista tenía que ser por teléfono y a una hora concreta, porque era el único momento que tenía disponible. Eso me hizo pensar que estaba a tope, que nos estaba haciendo un hueco en una jornada frenética.

Cuando conectamos con él, y en el transcurso de la conversación sobre el intercambio de favores en la RFEF, admitió que existían y que además, en su opinión, es algo completamente natural. «Favores hay en todas partes», decía Clemente. «En este momento, yo mismo le estoy haciendo un favor a usted -proseguía-, porque estoy en la piscina tomando el sol y he accedido a entrar en directo». Hasta ese momento, desconocía que le habíamos pillado en modo despatarre, embadurnado de crema y disfrutando de su, sin duda, sensacional plan de vacaciones. Yo lo agradezco, claro, porque la charla fue interesantísima. Sin embargo, al mismo tiempo, le envidié. 

VERANOS AJENOS

Cuando EL PERIÓDICO me propuso cambiar en agosto las habituales columnas de opinión por una sección sobre el trabajo en verano, me resultó una idea interesante y al mismo tiempo confusa. Porque yo, desde que empecé a trabajar hace 20 años, tengo muchos más recuerdos de los veranos ajenos que de los propios. En mi idea de julio y agosto, periodo habitual de descanso para tanta gente, aparecen conexiones con economistas en pantaloneta y con políticos morenos, muy morenos; moreno que nada tiene que envidiar a otras personalidades de raza negra como Eduardo Zaplana. Yo lo agradezco, insisto, porque un programa en directo no se hace solo. Pero, claro, me parece una tortura china mantener cualquier conversación con gente que tiene tan buena cara.

En 'Al rojo vivo' entrevistamos al economista Gonzalo Bernardos al borde de una piscina en Salou. Ya no recuerdo si aquel día lucía una camiseta o una blusa con estampados hawaianos. Igual era algo tan simple como que a mí me parecía todo muy hawaiano comparado con el plató de televisión. En otra ocasión, mandamos una cámara para entrevistar al socialista Ignacio Urquizu. Estaba en la playa y, en el momento de la despedida, le comenté que me parecía una obscenidad que nos atendiera con semejantes vistas. Urquizu, con buen criterio, respondió que nos lo habíamos buscado, porque éramos nosotros los que le habíamos llamado para reclamar su presencia en el programa. Sí, sí, pero no conocíamos la letra pequeña… 

COSPEDAL EN MARBELLA

En todo caso, incluso en estos entornos tan relajantes, conviene no perderles nunca de vista. Todavía recuerdo a María Dolores de Cospedal, en el 2009, denunciando que el Gobierno socialista estaba llevando a cabo escuchas ilegales para espiar al PP. En el momento cumbre, se veía a su espalda a un golfista golpeando la pelotita y por detrás de su cabeza, en la playa de Marbella, aparecía y desaparecía una moto acuática. 

Desde que me dedico a esto, nunca he podido elegir vacaciones. Ni que decir tiene que me siento muy afortunada por tener un trabajo. Con aire acondicionado, además. Cuando lo comentas, muchos te consuelan con eso de que es mejor irse en temporada baja. Un discurso que elaboran mientras se hacen la maleta porque, qué pena, ellos han decidido marcharse en agosto.