La rueda

El enigma García Albiol

El PP no ha elegido a su candidato pensando en las elecciones catalanas, sino en las generales

ANTÓN LOSADA

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Situar en el cartel electoral de septiembre la cara del hombre que hizo de la xenofobia y el racismo su mayor activo político - cuyo logro más indiscutible ha consistido en poner de acuerdo a toda la oposición para limpiar a Badalona de García Albiol- esconde un misterio político difícil de desentrañar.

Si a alguien le quedaba alguna duda sobre lo bien que cree el PP que le va fuera de Catalunya con la confrontación dentro de Catalunya, semejante apuesta se la habrá solucionado. Es como poner a un pirómano al frente de las operaciones en medio de un gran incendio que nadie sabe bien cómo se debe apagar. Si esta es la estabilidad que ofrece Mariano Rajoy, bienvenida sea la agitación. En medio de un monumental follón, el gran compromiso electoral del Partido Popular se resume en encomendarse a un follonero.

Se antoja un esfuerzo agotador pedirle al cansado votante popular que, además de tragar con los recortes y la corrupción, deba justificar las barrabasadas que dice y dirá un candidato que es tan amigo de lo bárbaro. Si la idea es contener la fuga de votantes hacia Ciudadanos parece que no podrían haber elegido peor. El nuevo candidato parece el brutal Mister Hyde del educado Doctor Jekyll que ven en Albert Rivera sus electores.

Solamente cobra sentido una explicación. En realidad no se ha elegido al candidato García Albiol pensando en las elecciones catalanas, sino en las generales de final de año. No se trata de salvar al partido de un desastre en Catalunya porque el PP siempre ha tenido más bien poco que salvar. Se intenta amplificar el ruido y la furia para que lleguen al resto del Estado y multiplicar la sensación de desastre y urgencia entre su base electoral. Primero crea el problema y luego se ofrece como la única solución. Una de las especialidades más contrastadas de Mariano Rajoy.