El enigma de Sant Adrià

Entre Barcelona y Badalona, es decir, entre el combate del siglo Trias contra Colau y la 'blitzkrieg' (guerra relámpago) de Xavier García Albiol contra sus adversarios, hay un municipio en el que nadie repara, Sant Adrià del Besòs, donde la noche del domingo tal vez más de uno diga, ¡oh!, qué ha sucedido aquí. Al menos eso sugiere la extraña campaña electoral que, ajena a los focos, está aconteciendo en una ciudad de la que muchos lo único que han visto son las chimeneas de la central térmica, la verdadera Sagrada Família de los pobres.

De las farolas de la vía pública cuelgan, como en toda campaña, las caras de los principales candidatos. Ahí está, por ejemplo, Joan Callau, último heredero de la larga serie de mayorías absolutas con las que el PSC ha gobernado la ciudad. También luce la foto de Jesús Ángel García Bragado, al que algunos tal vez hayan descubierto estos días de campaña porque ha querido ser más albiolista que Albiol, con un discurso claramente xenófobo.

Lo extraño de la campaña de Sant Adrià es otra cosa. No hay que mirar las farolas, sino los balcones. En muchos de ellos está la fotografía de Isabel Marcuello, exprimera teniente de alcalde del ayuntamiento hasta que, junto con otras tres concejales, recogió sus cosas y se fue con una de las varias escisiones catalanistas del PSC, en su caso a MES (Moviment d'Esquerres).

Es imposible no reparar en su presencia. MES aspira a gobernar en algún municipio de Catalunya donde el alcalde ya es de este nuevo partido. En Sant Adrià aspira a darle un susto a Callau, lo cual tendría su mérito porque es un hombre imperturbable. Sant Adrià es electoralmente una ciudad muy menudita. En unas elecciones municipales suelen acercarse a las urnas unas 10.000 personas. MES asegura que hizo una encuesta el primer día de campaña. Dicen que llamaron a 500 personas. Les situaba a un paso de ganar al PSC.

Ya se verá. Por lo pronto, puestos a elegir un lugar desde el que seguir los resultados de la campaña, la dirección de MES lo hará en Sant Adrià. Ese es el enigma.