PDECat, picar piedra o... picar piedra

Pascal y su equipo interpretan que los malos augurios electorales les obligan a actuar

Marta Pascal y David Bonvehí, junto al equipo de la candidatura.

Marta Pascal y David Bonvehí, junto al equipo de la candidatura.

NEUS TOMÀS / BARCELONA

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El sondeo publicado este fin de semana por EL PERIÓDICO y que vaticina un ascenso de ERC solo comparable al ocaso de la antigua Convergència se ha leído en el Partit Demòcrata como una prueba de que los toques de atención que Marta Pascal y su equipo llevan tiempo dando están más que justificados. 

La cúpula del partido analizó este lunes el barómetro y, pese a que algunos veteranos eran partidarios de restarle trascendencia, Pascal y sus afines subrayaron que hay que interpretar los datos demoscópicos como una tendencia que les debe preocupar y, sobre todo, ocupar. Según esta encuesta, el PDECat quedaría relegado al quinto puesto y tendría que conformarse con tener entre 15 y 17 diputados. El mensaje del tándem Pascal-Bonvehí a los suyos se resume rápido: hay que picar piedra. Y eso, traducido al funcionamiento de un partido, implica trabajar, pasearse por las agrupaciones (por pequeñas que sean y alejadas que estén) y tejer complicidades con la militancia. Vamos, lo que tan bien hacía Felip Puig y que después de él ya no hizo nadie más (pese a que Oriol Pujol cuando fue encumbrado a número dos pareció que estaba dispuesto a ello).                                                                         

Que el partido esté en plena negociación de un expediente de regulación, cerrando sedes para ahorrar, y con las heridas del congreso fundacional aún sin cicatrizar, son factores que no ayudan a que todos los cuadros remen en la misma dirección.         

Uno de los que se ha aplicado es Artur Mas, quien a diferencia de otros ilustres, muchos de ellos diputados, ha entendido que para que las nuevas siglas renazcan de las cenizas convergentes no queda otra que arremangarse. Por obligación, porque tiene más tiempo que otros o simplemente porque alguien tiene que hacerlo, lo cierto es que el expresidente no para (de ahí a que Mas esté contento con su papel de ex hay un trecho). Pese a que el Loctite Puigdemont Puigdemontayuda a encajar piezas, las luchas de egos y las lealtades mal entendidas merman cada vez más el partido. A no ser que todos empiecen ya a picar piedra.